Diario de León

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Dato estremecedor de un último sondeo: uno de cada tres niños sufrió o está sufriendo acoso escolar, matonismo de patio, humillaciones... y a donde no llega el verbo o la mano del tiranuelo cabrón alcanzan sus mofas o amenazas al móvil de la víctima o pregona en redes sus burlas y chulerías. La crueldad infantil borda estas cosas; la juvenil las afila. El sondeo dice que tras la pandemia la violencia escolar aumentó un 20%. Lo dramático es que sólo un 16% de las víctimas lo denuncia; es cosa que muchos jamás contarán y menos aún denunciarán para sufrir además la publicidad y el proceso que eso acarrea. Ahí manda mucho la vergüenza. Y el miedo más. De este modo tenemos a miles de niños totalmente indefensos que jamás dirán en casa o al centro el problema que sufren o el drama que les atormenta. Lógico que odien ir al colegio cada mañana simulando a veces dolencias que acaban siendo ciertas: vómitos, astenias, arritmias, depresión... y no pocos optan por el disparate en su agriada soledad y nadería: 300 niños y jóvenes se suicidaron el año pasado en España, inaceptable cifra, y más intolerable aún su ritmo de crecimiento, da vértigo. Otro dato del sondeo confirma la violencia ya crónica: cada vez se integran más menores en bandas juveniles y alguno desde los 11 años, madrugando el canallita.

Después le ponen a la víctima psicólogos y cataplasma o directamente el centro les sugiere trasladarse a otro colegio, pero ¿y los agresores, los matones?, ¿no sería prioritario ocuparse de ellos educativa y punitivamente atajando el mal de raíz y dando batalla para extirparlo o contenerlo? En este punto no descartó Peláez el soplamocos terapéutico, mosquilón, cachete, castaña, torta, chufa o sopapo y, en casos recalcitrantes, el guantazo al bies por más que escandalice y se condene el jarabe de palo, tan ideal que fue para diarreas mentales y macarretes refractarios. Si la violencia en su único idioma, ¿no están pidiendo a gritos hablarles en su misma lengua? Quizá alguno entendería. De otro modo modoso está visto que no entienden... y siguen creciendo. Alarma.

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