Diario de León

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En España las Vírgenes con apellido local son unas 20.000 y en agosto las bailan a casi todas. Cada pueblo tiene la suya y no necesariamente se reza o se respeta a la del vecino. A veces, incluso, las hacen rivalizar hasta zurrarse, como ocurría entre las patronas de dos pueblos de la Valdueza berciana cuando el 15 de agosto las subían en procesión a un santuario que compartían en los altos donde se producían cada año altercados y mamporros por ver quién de las dos debía entrar primero («aquello era literalmente darse de hostias con las cruces, auténtico éxtasis de lo que es la pasión religiosa popular», dice Peláez), hasta que el obispo de Astorga determinó meter tabique y hacerle dos puertas al templo, una para cada cual, y que así reinara la paz en la misa romera y en el piadoso jolgorio de después hasta bajarlas de nuevo a sus iglesias respectivas.  

En esta España aconfesional (¿aconfesional?, ¿y esas 160 Vírgenes alcaldesas o generalas?) dice el CIS que el 45,9% de la gente es atea o agnóstica y sólo un 10,9% va a misa semanal o alguna vez y ya no es frecuente la bronca entre cofrades o zarracinas entre tribus devotas, pero a la Virgen de cada cual «que no la toque ni Dios» al seguir siendo una seña principal de identidad, o sea, de diferencia y distancia. Y así sigue la cosa, pues también vino el fútbol (cuidadín) a meter lo suyo y los equipos hacen socias a sus Vírgenes o procesionan a ofrecerles títulos y camisetas. El Barsa lo hace en la basílica de la Mercé (como decía el cura e historiador catalán Joan Bada, «los seguidores de los otros clubes deben haber apostatado, ya que la Virgen ha mostrado que el Barsa es el elegido»), el Real Madrid en La Almudena o la Cultural, hace unos días, en la Virgen del Camino. ¿Se harán entonces aficionadas al bolompié?, ¿y seguirán la Liga los domingos por el Carrusel Deportivo de la Ser o por la Cope?...  

Lo que no se explica, ataja Octavito, es cómo la Iglesia tolera esta utilización tan pagana de la Virgen, esta huera religiosidad. Y Peláez le orientó: pues porque «de la camiseta al linimento, todo es bueno pal convento».

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