Y ellas, en verano

No hay cosa más tonta y perversa que justificar conductas humanas basándolas en los comportamientos animales que estudia la Etología, ciencia que observa su aparearse, su agresividad o socialización. La conducta del hormiguero, por ejemplo, interesa mucho a totalitarios y fascistas, así como el bonobo y su forma de resolver conflictos echando un mantecao es un desideratum de izquierdas pacifistas, ecologistas, feministas o salidas, porque la bonoba es propiedad de nadie, se la tira toquisque y se acabó el rabiar. Es lo mismo que un moralista católico apelando a la conducta de pingüinos o albatros para justificar la monogamia de por vida como mandato divino escrito ya en la naturaleza y no mirando, claro está, a los harenes del león, la morsa, el ciervo, la gacela, el gorila, la cebra, el buey almizclero... a los que, sin embargo, miró muy detenidamente Mahoma para llegar a sus conclusiones y serrallos. Y no hablemos de todo lo que encuentra nuestro masculinismo histórico en el notorio machismo que rige el mundo animal y que es dictado por la evolución para la supervivencia; sagrado, pues.

Durante años observo a una cuadrilla de gorriones -aquí, pardales-, puros ladronzuelos que acuden al balcón a por el corrusco de pan duro que les dejo buscando aplazar la alarmante decadencia del gorrión en las ciudades, pan que más que picotear han de roer picapedreando (ninguna comida es gratis). Pues bien, especialmente durante el último invierno comprobé que las hembras de gorrión eran marginadas y agredidas a la hora de manducar el macho como el león que acapara el ñu abatido por la leona. Sentía lástima viéndolas tan sometidas al dictado masculino, pero he aquí que en verano la que manda en el comer es la pardala y agrede con una furia disuasiva al macho que sale por patas sin replicar. Es tiempo de crianza y ella manda. Su bronca es gorgogeo o reburdie airado, como el de la señá Fermina al reclamarle cacho de poder a su Nicanor. Alternan. ¿Será que de tanto vivir junto a nosotros nos imita el gorrión?... Se lo preguntaré al etólogo.