Diario de León

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La obra de Darío Fo presentaba a dos modestas amas de casa italianas que se declaran en rebeldía contra una inflación desbocada y deciden arramplar con todo lo que pueden del supermercado sin pasar por caja. Si por la escalada inflacionista fuera, aquí y ahora podría darse la misma situación. Pero no me refiero al estado de necesidad social bien conocido por Cáritas, la Cruz Roja y los Bancos de Alimentos.

Lo del aquí no paga nadie va por los políticos que se aferran como lapas a sus cargos por más méritos que hayan contraído para abandonarlos. En Castilla y León, en la noche electoral del 13-Fel socialista Luis Tudanca sorprendió a propios y extraños al dejar entrever una posible renuncia a corto plazo. Pero con el tiempo se lo ha pensado mejor y hace unos días proclamaba que «sigo y seguiré aquí hasta que Castilla y León sea socialista». Que no parece algo inmediato.

Tras el 13-F, razones tenía para dimitir el candidato de Podemos, Pablo Fernández, único superviviente de su formación en el hemiciclo. Pero si Fernández no se dio por aludido en 2019, cuando perdió ocho de los diez escaños que su grupo tenía entonces, no era de esperar ese gesto en 2022. Máxime cuando tras ese gran descalabro, sin renunciar a nada aquí, se enroló como portavoz nacional en el equipo de Ione Belarra.

Otro que, resultados sobre el papel, podía haber dado por concluida su aventura política era el candidato de Ciudadanos, Francisco Igea, titular del único escaño conservado por una formación que partía con doce. A diferencia de lo que pudiera pensarse de Tudanca y Fernández, incluidos en el grupo top de las Cortes (97.955 euros anuales), Igea no se ha aferrado al escaño para disfrutar de un sueldo que el PP y Vox se han apresurado a suprimir.

Lo de Cs resulta conmovedor. Tras desaparecer en Madrid y Andalucía, el escaño de Igea ha pasado a valer su peso en oro para Inés Arrimadas, que, inasequible al desaliento, pretende reflotar el partido. Al punto de que, pelillos a la mar, ahora lo repesca para la dirección nacional del partido, premio al que el susodicho no le ha hecho ascos.

Y en la Junta, sin cumplir los 100 días del nuevo gobierno, el consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, se ha hecho acreedor a un cese fulminante. Su negligencia ante el pavoroso incendio de la Sierra de la Culebra ha sido tan manifiesta que por primera vez CC OO y UGT la han denunciado judicialmente. Y por si fuera poco, el TSJ le tumba ahora la normativa sobre incendios forestales introducida en 2021, año en el que otro gran siniestro asoló más de 22.000 hectáreas en la provincia de Ávila. Pierdan cuidado. A Suárez-Quiñones le han quitado Fomento, pero puede seguir en Medio Ambiente hasta que Tudanca consiga presidir la Junta.

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