Diario de León

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En tiempo record el PP ha solucionado de un plumazo una crisis interna que le había colocado al borde del precipicio. El defenestrado Pablo Casado ha sido sustituido sin mayor trauma -ya se sabe que en España enterramos muy bien- por Alberto Núñez Feijóo, proclamado presidente del partido con el 98,35 de los votos. A rey muerto, rey puesto. O patada y a seguir.

Avalado por sus mayorías absolutas en Galicia sustentadas bajo la aureola de buen gestor, el nuevo líder del PP apenas ha desvelado su estrategia para recuperar el antiguo potencial del partido, muy diezmado por el imparable avance de Vox. No obstante, al reivindicar un partido moderado y centrista abierto a pactos con el Gobierno de Sánchez, Feijóo se desmarca de una extrema derecha a la que ni siquiera menciona en sus discursos.

Sabíamos que al nuevo presidente del PP no le ha hecho ninguna gracia el pacto de su partido con Vox para compartir el gobierno de Castilla y León, que, muy a su pesar, se va a consumar ya durante su mandato, circunstancia ésta que ha tratado de evitar a toda costa. No en vano constituye el peor precedente posible en su hoja de ruta, cuyo primer reto consiste en ganar las elecciones andaluzas con una mayoría suficiente para que el PP siga gobernando esa comunidad sin necesitar a Vox. Justo lo que no ha logrado Fernández Mañueco, cuyos mediocres resultados electorales le han dejado a los pies de los caballos del partido de Abascal.

Feijóo no comulga con el pacto en Castilla y León y mucho menos con la forma en que se ha gestado, que ha permitido a Vox, con la connivencia del presidente de las Cortes, marcar los tiempos y revisar en su exclusivo beneficio el contenido del acuerdo inicialmente firmado. Sabe que Abascal le ha ganado claramente la partida a Mañueco, alcanzando una posición de dominio ideológico de la que va a alardear por más que el nuevo equipo dirigente del PP se afane en ningunearle.

Pero para ninguneo el recibido en Sevilla por el Mañueco por parte de Feijóo, quien, molesto con su negligente gestión del pacto con Vox, ha dejado al PP de Castilla y León fuera del nuevo Consejo de Dirección, la cúpula que manda en Génova. Toda una bofetada al presidente autonómico, que contaba con colocar a uno de los suyos en la sala de máquinas del partido.

Para mayor inri, dos de los tres vocales del PP CyL en el nuevo comité ejecutivo nacional no son precisamente afines al barón autonómico, sino antiguos consejeros de la Junta de la máxima confianza de Juan Vicente Herrera, amigo personal y verdadero referente político de Feijóo en Castilla y León. Mañueco no gozó nunca de la confianza de Pablo Casado y de momento está lejos de contar con la de su sucesor.

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