Diario de León

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Desde el «ayusazo» del 4 de mayo, el sector demoscópico no da abasto. Día sí día también nos encontramos en los medios de comunicación con sondeos indagando lo que votaríamos los españoles si fuéramos llamados a las urnas.

La mayor parte de ellos coinciden en que el PP de Pablo Casado sería la primera fuerza política, y en que, junto a Vox, que sería la tercera, alcanzarían sobradamente la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. El PSOE retrocedería hasta acercarse a su peor resultado histórico, Unidas Podemos perdería casi la mitad de su representación y Ciudadanos consumaría su cataclismo, desapareciendo prácticamente de escena. En resumen, un vuelco político que acabaría con el gobierno «social-comunista» de Pedro Sánchez para dejar paso a otro de Casado atenazado por la derecha extrema que lidera Santiago Abascal.

El líder del PP, que ha dejado de repudiar a Vox, ya se ve en La Moncloa, y seguramente así sería si en este momento se celebraran elecciones generales. Pero este es el problema. Las legislaturas duran 4 años, la actual ni siquiera ha cumplido año y medio y el único facultado para anticipar unas elecciones que ponga fin a la misma es el presidente del Gobierno. Que lógicamente no lo va a hacer cuando las encuestas vaticinan su descalabro en las urnas.

Mientras disponga de suficiente apoyo parlamentario para seguir gobernando, Sánchez no se va hacer el «harakiri» de adelantar las elecciones. Incluso perdiendo parte de ese apoyo puede aguantar en el poder una vez que dispone de unos Presupuesto del Estado perfectamente prorrogables. Y no parece tampoco que sus apoyos estén en peligro. El primero de ellos, su socio de gobierno, es consciente de lo malparado que saldría de un anticipo electoral, razón por la cual no le conviene tensar más de la cuenta la relación con el PSOE. Al mismo tiempo, a ninguno de los demás socios, entre los que destacan Esquerra Republicana y PNV, le interesa dejar caer a Sánchez para que entre en su lugar el «españolista» Casado.

Así pues, al PP le convendría un poco de sosiego, so pena que esté dispuesto a inflamar la política española durante dos años que se nos harían a todos interminables, a semejanza de lo que hizo José María Aznar con el «Váyase, señor González» en la legislatura 93-96. Y, dada la alta volatilidad que caracteriza a la política española, Casado debería tener cuidado y no vender la piel del oso antes de cazarla. Un solo recordatorio: En febrero de 2019, momento de la anterior cita en la plaza de Colón, los sondeos situaban a Ciudadanos como primera fuerza política y Albert Rivera se veía ya en La Moncloa. Hace de eso poco más de dos años, menos de lo que le queda a la actual Legislatura.

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