Diario de León

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Aescasos días de la cita con las urnas, la disparidad de los distintos sondeos publicados da idea de las incertidumbres que siguen rodeando a las elecciones del 13-F, lo cual no debería sorprender habida cuenta de las atípicas circunstancias de su convocatoria.

No solo es que en Castilla y León sea la primera vez en que se celebran elecciones autonómicas sin coincidir con las municipales, es decir, privadas del efecto arrastre de los candidatos a las alcaldías tanto en lo que supone de orientación del voto como de reclamo para la participación. La situación de pandemia y la época invernal tampoco contribuyen precisamente a una masiva afluencia a las urnas.

El grado de abstención constituye un factor decisivo que perjudica a los partidos mayoritarios y ello explica que PP y PSOE se desgañiten estos días tratando de movilizar a sus respectivos votantes. Son conscientes de que, cuanto menor sea la participación, mayores posibilidades tendrán las minorías de entrar en el reparto de los 81 escaños en liza. Junto a la abstención, los sondeos arrojan un alto grado de indecisión, que en parte puede tener ver con la transversalidad ideológica de una buena parte de las opciones minoritarias. Paradigma de esto último es el caso de Soria ¡Ya!, que ha irrumpido en escena con fuerza inusitada, y en parte la Unión del Pueblo Leonés.

El PP se ha ido alejando de la mayoría absoluta a la que pretendía aproximarse tras dar por fagocitado al antiguo electorado de Ciudadanos. Se ha visto sorprendido por las crecientes expectativas electorales de Vox en una comunidad autónoma en la que disponía de un solo escaño en las Cortes y en la que, careciendo de banquillo, ha tenido que improvisar un candidato desconocido. Apoyado en un voto netamente ideológico, el partido de ultraderecha resultaría ser el gran beneficiado de esa dimensión nacional que Pablo Casado se empeñó en dar a estas intempestivas elecciones en Castilla y León.

Si en los últimos días de campaña no cambia mucho la situación, el PP está en vías de anotarse el 13-F una victoria ciertamente pírrica. Lastrado por el crecimiento de Vox, Casado puede dar un paso atrás en su precoz carrera hacia La Moncloa y Fernández Mañueco se encontraría entre la espada de pactar con la ultraderecha y la pared de someterse a unas minorías que van a vender muy cara su contribución a la gobernabilidad. Un panorama nada alentador para esta sufrida comunidad autónoma.

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