Diario de León

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Con la guerra de Ucrania camino de enquistarse y consciente de que reducir la desorbitada tasa de inflación va a requerir mucho más tiempo del deseable, el Gobierno de la Nación se ha visto obligado a revisar drásticamente a la baja sus previsiones de crecimiento económico para este año, que han pasado de un 7 a un 4,3 por ciento, lo que supone una caída cercana al 40 por ciento.

Ello da idea de la dimensión de una crisis teóricamente coyuntural que ha dado completamente al traste con las expectativas de recuperación económica puestas en el año 2022.

La Junta de Castilla y León había sido más cauta, situando en un 4,9 su previsión de crecimiento para este año. Y ya está tardando en rebajarla, una vez que observatorios tan solventes como el del BBVA reducen dicho crecimiento a un 2,9 por ciento, el más bajo, junto a Aragón, de todas las comunidades españolas.

Los indicadores económicos conocidos esta primavera son bastante demoledores para Castilla y León. La tasa interanual del IPC se disparó en marzo hasta el 11 por ciento, un 1,2 por encima del ya insoportable 9,8 nacional. Y la EPA del primer trimestre nos ha deparado 9.100 desempleados más, cifra asimismo muy por encima de la esperada en ese periodo.

Resultaba evidente que la disolución de las Cortes en diciembre para celebrar elecciones autonómicas anticipadas en febrero era una apuesta política muy contraproducente para encarar la recuperación económica. Por dos razones a cual más negativa. Prescindir del Proyecto de Presupuestos adecuado a ese desafío para prorrogar en su lugar las desfasadas cuentas de 2021 era algo poco menos que aberrante. Si a ello se añadía la parálisis de un gobierno en funciones centrado en sus objetivos electorales, a nadie puede extrañarle el grave deterioro económico sufrido por Castilla y León en esta primera fase del 2022.

El llamado Plan Anticrisis con el que se ha pretendido dar la sensación de recuperar la iniciativa tiene mucho de populismo electoral de cara a las próximas municipales y poco de instrumento eficaz para remontar la acuciante situación económica. Y la decisión de mantener la prórroga presupuestaria durante el resto del año lastra definitivamente esa recuperación impulsada por unos fondos europeos que, para colmo, estamos desaprovechando por carecer de la mano de obra requerida para ejecutarlos. Nadie le hizo caso al presidente del CES, Enrique Cabero, cuando advirtió con tiempo sobre la necesidad de un Plan Estratégico que garantizara una gestión eficaz y fructífera de dichos fondos.

Más allá de lo político, que también, la factura del adelanto electoral está siendo altamente onerosa para la precaria economía de esta declinante comunidad autónoma. Los datos así lo avalan.

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