Diario de León

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Investido el presidente de la Junta, todavía tendremos que esperar una semana para que el primer gobierno autonómico compartido por PP y Vox eche a rodar. Se habrán cumplido justo cuatro meses desde que Alfonso Fernández Mañueco pulsó el botón del adelanto electoral que nos ha traído hasta aquí. Cuatro meses con un gobierno en funciones, constreñido por unos Presupuestos prorrogados y mermado por la defenestración del vicepresidente y demás consejeros del anterior socio del PP.

Resulta ocioso subrayar todo lo que se ha agravado la situación económica y social durante este periodo, en el que la cruenta invasión de Ucrania ha completado una tormenta perfecta arrastrando a España hasta una tasa de inflación (9,8 por ciento) desconocida desde 1.985.

Aunque no ha actuado con toda la urgencia requerida, el gobierno central está implementando medidas frente a una crisis que amenaza con devolvernos a los peores momentos de la sufrida desde 2.009. Pero la tarea convoca a todas las Administraciones Públicas y desde luego a las comunidades autónomas, que, en ejercicio de sus muchas competencias, están más obligadas que nunca a arrimar el hombro y a gestionar con la mayor diligencia y rigor tanto sus propios recursos como los nuevos fondos europeos.

Con la que está cayendo sobre las familias, los autónomos y las pymes, no es el mejor presagio que Vox haya sido incapaz de desprenderse de sus orejeras ideológicas, imponiendo al PP como tareas inmediatas regular su modelo negacionista de la Violencia de Género y acabar con la Memoria Histórica. Abascal y los suyos dejan de esa forma muy claro que para ellos lo prioritario no son los problemas de Castilla y León, sino estampar al máximo el sello ideológico de su partido en un gobierno que han calificado como «piso piloto».Más allá de que el programa de investidura de Fernández

Mañueco contraponga a lo anterior todo tipo de planes, programas y reformas pendientes, habrá que esperar a los primeros Presupuestos del gobierno PP-Vox para calibrar la verdadera hoja de ruta del mismo. A priori, son muchas y lógicas las inquietudes que suscita el primer gobierno autonómico participado por Vox. Tanto por el extremismo de sus postulados como por ser un partido contrario al Estado de las Autonomías. Que se ha esforzado además en advertir que no llega con vocación de ejercer de comparsa.

En el anterior gobierno de Castilla y León el socio mayoritario (PP) cedió inexplicablemente la iniciativa a Ciudadanos, una anomalía que no puede reproducirse. De ahí que corresponda subrayar la obligación irrenunciable del presidente de tomar las riendas, marcar la pauta y ejercer desde el primer día la plena autoridad que le corresponde sobre la totalidad de su gobierno.

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