Diario de León

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El reciente rebrote de la estéril y contraproducente polémica sobre la capitalidad de Castilla y León no ha conseguido otra cosa que poner de manifiesto las débiles costuras de esta Comunidad autónoma, que, a poco que se rasque, sigue siendo la suma de nueve provincias no todas precisamente bien avenidas. Han pasado más de 35 años y, lejos de avanzar hacia una integración, nos permitimos el lujo de seguir perdiendo el tiempo en contenciosos aldeanos perfectamente prescindibles. Cómo si no tuviéramos en común en todo el territorio suficientes problemas en los que concentrar nuestros mejores esfuerzos.  

Las nueve provincias no dejan de perder población —no solo ya rural, también urbana— y la Comunidad en su conjunto está a la cabeza de la España Vaciada. Con este panorama, reavivar una cuestión como la de la capitalidad no puede resultar más intempestivo. Aunque en León esté más a flor de piel, el resquemor hacia el «centralismo vallisoletano» está extendido, en mayor o menor grado, en todas las demás provincias sin excepción. E insistir desde Valladolid en lo de la capitalidad no contribuye precisamente a superarlo.  

Tras varias décadas clamando en el desierto sin encontrar respuesta a sus reivindicaciones, el movimiento Teruel Existe, pionero junto a Soria Ya, en denunciar el abandono institucional, ha decidido presentarse a las próximas elecciones. Inspirándose en el partido cántabro de Miguel Ángel Revilla, piensa que su representación en el Congreso, aunque solo sea con un diputado, puede cambiar la suerte de la provincia. Y en función de la aritmética parlamentaria, hay antecedentes que avalan esa posibilidad; recuérdense, si no, las concesiones arrancadas por las minorías canarias por apoyar la investidura o los Presupuestos de Mariano Rajoy. Y por ahí apunta la UPL que ha decidido probar fortuna de nuevo en unas elecciones generales.  

La proliferación de partidos regionales o provinciales dispuestos a vender al mejor postor sus eventuales escaños puede contribuir a fragmentar aún más la política española. Pero la responsabilidad en ningún caso es de ellos, sino de los partidos mayoritarios que han gobernado sin la suficiente transversalidad y sensibilidad territorial. Como ha apuntado la ex presidenta de las Cortes, Silvia Clemente, la vía política que va a ensayar Teruel Existe va a ser especialmente observada en otras provincias que se sienten abandonadas, caso de la mayor parte de las de Castilla y de León.  

Por de pronto, antes de saber como resulta el experimento turolense, el PP de Castilla y León sufre ya dos escisiones, el partido Por Ávila y la Plataforma del Pueblo Soriano (PPSO), que en nada favorecen sus expectativas de recuperación en las elecciones del 10-N.

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