Diario de León

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La resaca de las elecciones andaluzas se está dejando notar particularmente en Castilla y León, no en vano la única comunidad autónoma gobernada en coalición por PP y Vox. La aplastante victoria de Moreno Bonilla ha frustrado la aspiración de la extrema derecha de participar asimismo en el gobierno andaluz, lo que en la práctica hubiera encadenado a ambos partidos en el camino a seguir hasta desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa. Y eso era justo lo que quería evitar Núñez Feijóo, que entiende que la de Vox es una relación tóxica incompatible con la imagen de un PP moderado capaz de alcanzar por sí mismo y desde la centralidad una mayoría suficiente para gobernar.

En este escenario el actual gobierno de Castilla y León constituye una rémora para las aspiraciones de Feijóo, máxime cuando se basa en un pacto en el que Vox impuso su agenda ideológica, se quedó con la presidencia de las Cortes y mantiene desde la vicepresidencia un continuo desafío a la autoridad del presidente Fernández Mañueco.

Tras la euforia desatada en el PP por el éxito andaluz, se diría que Mañueco se ha armado de valor y ha parado los pies a Vox en su ofensiva para cargarse el Diálogo Social en Castilla y León. Y tras el enorme pifostio provocado en torno a un asunto que ni siquiera estaba contemplado en el acuerdo de gobierno, el vicepresidente Gallardo no ha tenido más remedio que recular en el intento.

Simultáneamente, el PP se sumaba la pasada semana a dos iniciativas parlamentarias de la oposición que le permitían desmarcarse de Vox. Una de ellas reconocía precisamente la utilidad del Diálogo Social y la otra refrendaba el compromiso con la Agenda 2030, origen para la tropa de Abascal del «fanatismo climático» que está hundiendo España. A esos desencuentros se ha sumado la decisión del presidente de las Cortes, Manuel Pollán, quien en contra de sus antecesores en el cargo, no ha accedido a la petición de iluminar la fachada de la sede parlamentaria con motivo del Día del Orgullo LGTBI.

Veremos cómo evoluciona la difícil relación entre ambos partidos en Castilla y León y especialmente cómo se decanta el pulso a librar sobre los Presupuestos de la Comunidad para 2023. Desde Génova van a estar muy expectantes, temerosos de que las concesiones a Vox empañen la moderación que abandera Feijóo. La Ley de Violencia Intrafamiliar contemplada en el pacto suscrito por Mañueco y Gallardo va a ser todo un baldón para el PP nacional, que, en cuanto tenga ocasión, tratará de deshacer una alianza que perturba su actual estrategia.

Y esa ocasión no sería otra que la de forzar la convocatoria de nuevas elecciones autonómicas coincidiendo con las municipales a celebrar en mayo de 2023.

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