Diario de León

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El Gobierno que va a presidir Pedro Sánchez es legítimo. Tan legítimo como débil. Tan legítimo como prisionero de aquellos que han apoyado su investidura. Tan legítimo como desconcertante para millones de españoles que se creyeron sus mensajes de campaña electoral. Tan legítimo como inmenso en su composición. Tan legítimo, en fin, como arriesgado.

Es un Gobierno débil porque ni de lejos cuenta con la mayoría absoluta y si la consigue no será a base de cumplir compromisos cuya cuantía económica desconocemos pero que, sin duda, va a requerir de un dinero que, según dicen los expertos, no tenemos. Es un Gobierno prisionero de grupos como ERC y Bildu. Los primeros, a modo de bienvenida, ya han presentado ¡¡¡200 preguntas!!! relacionadas, en su mayoría, con lo que consideran represión.

Es un Gobierno desconcertante si nos atenemos a la hemeroteca. Nada hacía pensar, seguida su ultima campaña, que iba a hacer justo todo lo contrario de lo que dijo. Ni para afirmarlo ni para hacer lo contrario ha movido un ceja. Tiene el presidente esta cualidad: convertirse en un frontón. Dicen que no había otra opción y por mucho que lo afirmen, no deja de ser una forma de hacerse trampa en el solitario. Existe el Gobierno que Pedro Sánchez ha querido. Que nadie se llame a engaño.

Es un Gobierno arriesgado. Si difícil es gobernar con números holgados e incluso con compromisos de gobernabilidad firmados, qué decir de un Ejecutivo que tiene que atender a numerosas agendas (gallega, vasca, valenciana, catalana) sin que ninguna de ellas hayan firmado acuerdos de Gobierno. Pese a todo, Sánchez tiene a su favor, o cree tenerlo, que Podemos no piará haga lo que haga. Tocar el cielo bien debe valer el silencio.

El Gobierno es tan legítimo como lo es la oposición. Lo sorprendente es que a muchos les escandalice más la intervención de Casado que la de los portavoces de Bildu y ERC que no dejaron títere con cabeza. A Casado el presidente le vapuleó. A los otros les acunó, les cantó una nana.

Es imprescindible que el PP decida una estrategia que permita visualizarle como un partido de oposición y de Estado. Oposición para denunciar todo aquello que crea denunciable.

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