Editorial | Una sanidad extenuada tiene que reinventarse con apoyos reales

A estas alturas de la pandemia del coronavirus a pocos les pueden quedar ganas de proclamar aquello de que tenemos la mejor sanidad del mundo. Los datos de contagio entre los profesionales, que nos sitúan a la cabeza del Planeta, prueban que algo se estaba haciendo muy mal, y que, como nos ocurrió con aquello de que jugábamos la Champions de la economía —en la pasada crisis —, éramos víctimas de una especie de decorado que se nos ha venido abajo.

Han pasado varios siglos desde que un salmantino desconocido escribió que el amo del Lazarillo de Tormes se ponía migas de pan en su ropa para dar la sensación de que había comido. Algo tan fundamental para la sociedad como es la sanidad, y en general los servicios sociales, merecen mucha más dedicación, mejores presupuestos y mayor reconocimiento desde la sociedad.

Ahora toca reinventarla, con unos profesionales que nos han demostrado que son de primer nivel y que han exhibido una capacidad de sacrificio infinita. Pero llegan extenuados literalmente. Y en Castilla y León habrá que afrontarlo una vez más con un evidente problema de financiación, porque de nuevo el Gobierno central reparte los fondos según los habitantes, cuando es claro y conocido que no es lo mismo el coste donde la población está muy dispersa que en las grandes ciudades. La sanidad tiene que reactivarse con lo disponible. Y, más que nunca, será fundamental priorizar bien los gastos.

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