Diario de León

Teresa Ribas Ariño

Dos años ya

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Años después, ante la evidencia diagnóstica y vital de un sufrimiento prolongado e intenso, y sin atisbo de mejoría, algunas personas habían de recordar los tiempos no tan lejanos en los que un numeroso grupo de intelectuales, sanitarios y personas concienciadas en general, había luchado contra viento y marea para que la ayuda para morir pudiera ejercerse lícita y oficialmente .

Tras muchos avatares, momentos de incertidumbre y ataques por parte de quienes se oponían a que la mencionada ayuda fuera legal y en el marco normativo de la Sanidad Pública, a pesar de todo ello se consiguió una victoria ampliamente apoyada por la mayoría de grupos representados en el parlamento, y más ampliamente apoyada aún en las numerosas encuestas que se hicieron a la población. Tan sobradamente que seguro que muchas de estas personas favorables eran votantes de los partidos políticos que se manifestaron contrarios a Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia (LORE), aprobada un 24 de marzo y en vigor desde el 25 de junio de 2021.

Resulta difícilmente comprensible el encono que se ha puesto por parte de organizaciones e incluso de particulares en sus manifestaciones en contra de la LORE. Ese desacuerdo genera desconcierto cuando se culpabiliza a los profesionales que acatan la ley o se la confunde con la eugenesia , y ha sido también utilizado como arma arrojadiza para enfrentarse al adversario político. En este país nuestro, la costumbre de dialogar y razonar en la discrepancia es escasa; se prefiere la diatriba elocuente monótona sea desde el púlpito, desde la prensa afín o desde la tribuna parlamentaria, con muy escaso respeto a las diferentes concepciones acerca de cómo vivir y cómo morir . Ideología y cruda ambición política enfrentados a la realidad social reflejada en numerosas encuestas llevadas a cabo en nuestra plural sociedad .

Querámoslo o no, la muerte siempre va a sorprender; únicamente los suicidas pueden decidir el momento de su adiós a la vida , y aún eso es discutible. A veces va a llegar demasiado pronto, y otras veces se va a demorar más de lo deseado. Porque ya sea por cansancio vital, o sea por un sufrimiento irremediable, son muchas las personas que desean finalizar sus días sin tener que esperar un desenlace natural que se percibe lejano y difícil .

Aún así, la eutanasia es una excepción, no es un procedimiento habitual que se vaya a utilizar con ningún fin espurio como para acabar con ancianos o personas con deterioro de su salud mental o con aquellos que estorban . Es un pseudoargumento mal planteado , y que se cae por su peso sólo con leer la Lore.

Tampoco es una obligación acogerse a ella : según el teólogo francés Jacques Pohier, es un derecho a elegir entre dos formas de morir, opción actualmente regulada en el Estado Español. Nuestra Constitución reconoce el derecho a vivir de una forma digna, lo cual lleva como consecuencia implícita la potestad de morir dignamente .

Quienes solicitan la ayuda para morir tienen una perspectiva de vida limitada y difícil, circunstancia en la que ve menoscabados sus valores. Prolongar la existencia ante profundas aflicciones es una anulación de la autonomía y la dignidad . Es en muchas ocasiones una condena inhumana negar ayuda a las personas que voluntariamente desean poner fin a su vida, lo que como ya hemos visto les obliga a recurrir a crueles actuaciones o a asumir una heroicidad no buscada frente a su padecimiento. Y el debate de la cuestión tiene un doble punto de vista: es una cuestión de respeto y de solidaridad con el sufriente. Respeto aceptando las decisiones que no es imprescindible compartir, porque esas decisiones son individuales.

Por ello la persona sufriente demanda a los profesionales sanitarios que le asisten y conocen, limitar el esfuerzo terapéutico y acabar con un tormento insoportable y sin solución, en la confianza de que sus valores van a tenerse en cuenta. Esa confianza no se consigue sino a través de una relación médico-enfermo mantenida y de calidad en un sistema sanitario que asume una considerada atención a los pacientes hasta el fin de sus días.

Y no hay que olvidar que para poder preservar la autonomía a ultranza, es necesario dejar constancia de nuestros deseos al final de la vida y de nuestros valores mediante el otorgamiento de un documento de voluntades anticipadas o testamento vital . El respeto a esa autonomía de la persona es un derecho cada vez mas relevante en el ámbito sanitario, y haber cumplimentado ese documento, ayudará a familiares y profesionales en caso de pérdida de facultades y capacidad de decidir.

La LORE ha comenzado su andadura; en estos dos años ha habido momentos de luces y momentos de sombra, si bien la aplicación de la ley es lenta pero continua . Y con el tiempo se diluirá aún más el ruido anterior a su aprobación. Han sido ya numerosas las ocasiones en los que la Sanidad Pública ha ofrecido amparo a quienes deseaban finalizar con sus dolencias cuando la Medicina ha perdido ya todas las batallas.

Porque , volviendo a la paráfrasis del comienzo de Cien años de soledad con la que se inicia este escrito, algunas personas se van a beneficiar de la lucha mantenida y prolongada durante muchos años si al final de la vida acaece un sufrimiento prolongado e intenso y sin atisbo de mejoría. Incluso, muchos de los que se manifestaron en contra.

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