Diario de León
Médico psiquiatra jubilado

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Investigando tendencias subyacentes en la sociedad que nos conduzcan a determinadas conclusiones, me planteo preguntas que tienen su importancia a la hora de votar. Vean lo que me he encontrado.

¿Es necesaria la Mentira para «justificar» el relato? Algunos dicen que sí; otros que nunca y otros que depende, según les beneficie o no. Lo mismo al eslogan de si la izquierda es más progresista que la derecha, que acaba siendo el resultado de una valoración del progreso individual o de partido, más que el de la sociedad en su conjunto.Y si preguntamos a la sociedad, si un líder sin escrúpulos (en la línea psicopática) es más eficaz a la hora de tomar decisiones, hay quien responde que claro que sí porque no se pierde en otras consideraciones como la ética o la estética u otros supuestos valores viejunos y caducos en una sociedad «avanzada». Otros se llevarán las manos a la cabeza invocando que la Justicia y la Constitución son los pilares de la convivencia civilizada, referencia que a los primeros les resbala, e incluso les incita a esbozar una sonrisa entre burlona y de perdona vidas. Y es que, respecto a los llamados Valores de la Sociedad, así como a los Vicios de la misma, mucho me temo que, en los tiempos que corren, los segundos ganan terreno a los primeros, bien sea por la manipulación de la que son objeto por quien «ordena y manda», o por conveniencia más o menos oscura y escondida de quienes «obedecen». Si preguntamos si el «amor al poder» versus la dedicación al bien común constituye el sustrato vocacional prioritario de los políticos, es obvia la respuesta de la gran mayoría, incluida la pícara sonrisa de muchos de entre ellos.Prosiguiendo con mis reflexiones y preguntas me topo con la envidia (ya saben lo de «si la envidia fuera tiña, cuántos tiñosos habría») y creo, sin temor a equivocarme, que está muy relacionada con el querer y no poder. O si no puedo por las buenas, veremos por las malas. Habrá muchos que niegan la envidia aduciendo que es, simplemente, una lucha por la igualdad. E incluso otros enfatizan: tenemos derecho a poseer lo que otros poseen.En cuanto al dinero y a los políticos se refiere, el sentir de mucha gente es que no se merecen el sueldo, ni de lejos, para lo que hacen, y encima ya se encargan ellos de obtener otras compensaciones (y chanchullos). Claro que también hay gente dadivosa y generosa que propone pagarles más por lo que se supone su alto compromiso social. Es más, me he topado con personas, ingenuas y bien pensantes donde las haya (y no vale reírse) que aseguran que el dinero es lo de menos en su cometido vocacional…Algo parecido me ha ocurrido cuando he solicitado respuesta sobre si cabe esperar que la actitud de una persona narcisista pueda ser generosa y pensar en los demás. Ustedes mismos. O cuando me he referido a la disciplina de voto al margen de la conciencia y valores de cada cual. Los hay que bajan la cerviz y lamen el c. al líder no sea que les quiten la escudilla. O cuando he indagado sobre la ética y el poder y me he encontrado con pareceres tales como lo primero es el poder, al margen de la ética, la estética, e incluso la justicia, en plan «el fin justifica los medios». Claro que no todos, felizmente, piensan lo mismo, pero es lo que hay. Y si, en relación con lo anterior, pregunto si es fundamental la Ley, por aquello de que «la fuerza de la ley debe estar por encima de la ley de la fuerza», me he encontrado con respuestas como éstas, además de lo afirmativo: depende ya que el pueblo está por encima de la ley; o la ley está hecha par transgredirla.He seguido haciendo prospecciones sobre otros asuntos diferentes y he aquí con lo que me he encontrado. Para algunos, la realidad virtual llegará a ser más importante que la realidad «real». Otros aseguran que la humanidad siempre ha vivido en una realidad virtual. Otros, sin embargo, más «enterados» o asustados de lo que se avecina, piensan (desean o imploran) que no será así. Y ya no digamos cuando se les plantea si la religión, como constructo espiritual y transcendente tendrá vigencia en un futuro. O incluso si la I.A. la sustituirá.En cuanto a la cuestión del sexo, tan preponderante hoy día (bueno, lo ha sido siempre) ¿Cómo se imagina, en el futuro, la práctica de sexo entre los seres humanos? Las respuestas han sido variopintas, desde muy satisfactorias; que se llevarán a cabo, fundamentalmente, entre seres humanos y robots humanoides, por potenciar éstos el placer. O que no habrá necesidad de practicarlo en absoluto pues la felicidad se obtendrá de otra manera. Y otros que consideran que será indiscriminada, incluidas las denominadas hoy día perversiones. El deseo es lo que debe prevalecer únicamente, aseguran.En otro plano, más metafísico, sobre si la ilusión seguirá siendo el motor principal en la vida humana, las respuestas van desde: por supuesto que sí, pues la ilusión es un pozo sin fondo, a que no, porque en el futuro ya no será necesaria. Algo así como si, instalados en el futuro, no necesitaríamos ya recurrir a la esperanza. Y en cuanto a la cuestión de si la ciencia acabará con la muerte, unos creen que no, otros que sí logrará la resurrección, y otros se quedan colgados entre el deseo y el pesimismo. En cuanto a si el trabajo es una bendición o un castigo, hay gente que no se moja y responde que las dos cosas, mientras otros más cachondos o desenfadados aseguran que lo mejor del trabajo es el ocio y las vacaciones.Finalmente, volviendo al tema recurrente de la política ¿La corrupción tiene solución? Aquí las respuestas son muy ilustrativas, pues tanto se asegura que sí en teoría, como no en la práctica. Alguno apostilla, que en «España pasa por tonto el que no apaña». Y lo tres últimos temas, el primero concerniente a si en este país, para gobernarlo, es necesario «mano dura y tente tieso», mucha paciencia, o tratar de engañarlo. Muchos me han respondido que todo eso es necesario. En cuanto al tema tan de actualidad como es la polarización, ej. Comunismo/capitalismo, izquierda/derecha, progresismo/conservadurismo, hombre/mujer, verdad/mentira etc., etc. las respuestas obedecen más bien a intereses espurios, o a la «necesidad» de escoger entre los contrarios para diferenciarse, o por miedo al «otro».Finalmente, y esta cuestión está muy presente en nuestra sociedad, a la pregunta si cree que es posible pasar de un sistema democrático a otro dictatorial, las respuestas no tienen desperdicio pues van desde la negación más categórica (no sé si por convicción o por miedo), a la afirmación desesperanzada. Los más «centrados» aseguran que solo será posible siempre y cuando la sociedad «disociada» se lo permita, que ya lo está haciendo.Con tales preferencias, a la hora de votar puede pasar cualquier cosa. Puede que el resultado sea, o no, de su agrado. No olvide el resultado histórico de la preferencia que resultó en su día a la disyuntiva: ¡«Jesús o Barrabás»! Es posible que entonces usted concluya que el ser humano no tiene fácil solución, o ninguna. Pero no se desespere, mire al azul del cielo y siga creyendo (o ilusionándose) que la vida, a pesar de todo, es maravillosa, sin darle vueltas a si es verdad o mentira, real o virtual. Incluso siga esperando o engañándose mientras pueda.

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