Diario de León

Desde Ucrania | Marcos Méndez

Horacio

Creado:

Actualizado:

Iba a hablar en esta crónica de saboteadores y espías, pero acabo de recibir un mensaje de audio que me ha dejado el corazón encogido. Es de Horacio Rocha Staines, corresponsal de Televisa México, con base en Londres, pero al que le tocó venir a cubrir esta guerra. Conocí al ‘hombre tranquilo’ en Leópolis. Era parte de mi equipo, aunque no fuese así. Formamos un equipo con Miguel, operador de cámara, y Jesús, operador de satélite. Horacio salió de Kiev junto a ellos y con ellos, y después conmigo, se quedó en Leópolis. Horacio cubrió esta guerra solo. Con su móvil, como se hacen ahora muchas conexiones en directo. Trabajando a destajo, con conexiones en horarios matadores. He visto a pocos profesionales como él. De esos periodistas que me encantaría tener de profesor en cualquier universidad. Horacio es una de esas personas que habla poco, pero cuando habla no falla. Y el domingo salió de Ucrania. No podía más, ni física ni mentalmente. 

El mensaje que acabo de oír me lo envió desde Varsovia, con la voz todavía entrecortada por la emoción. Ahora ya habrá llegado a su casa de Londres, pero dice que ni siquiera eso le apetece. Para él, irse significa dejar mucho atrás, por más que fuese lo que tenía que hacer. Lo entiendo. Yo quizás llevo demasiado tiempo aplazando el momento de partir. 

Cuando llevas un tiempo aquí normalizas cosas que no son normales. No es normal ver a los niños separarse de sus padres. No es normal llegar a un sitio y contar las bolsas de cadáveres que ves. No es normal buscar un ‘nice place’ para un directo, cuando con ese ‘nice’ sabemos que nos referimos a destrucción. Además, los lazos que se crean aquí son muy fuertes. Es imposible no conectar con esta gente, con su sufrimiento. 

Horacio me decía en su mensaje que sentía que los dejaba tirados. No, mi querido Horario, has hecho un trabajo excelente y has hecho mucho por ellos. Hay millones de personas en México y en toda Latinoamérica que saben lo que pasa aquí gracias a tu mirada, a tu exquisito modo de contar, a tu férrea obsesión por ser objetivo y contrastar todas las informaciones. 

Me dolió el alma al oír la voz rota de Horacio al decirme que estaba saliendo de un concierto de Chopin en Varsovia, pero que era como si no estuviera allí. A mí también me da miedo pensar en marchar, en dejar el trabajo a medias. Pero también temo no ser capaz de contar bien las cosas porque la cabeza o el cuerpo no me den para más, o porque esté tan implicado que no sea capaz de discernir y contrastar, de ser objetivo. Me acuesto todos los días pensando en lo desgraciado que es a veces este trabajo que tanto me gusta. Pensando en que estoy ganando dinero con una guerra. Son esos pensamientos los que me impiden dormir bien y no las sirenas antiaéreas, ni los estallidos a lo lejos —ahora mismo, muy cerca—. 

A Horacio le prometí ir a visitarlo a Londres. Me debe una pinta de cerveza, pero caerán más. Ahora dormiré pensando en qué bonita es esta profesión gracias a gente como él.

tracking