Para mañana
¿Cuántos sueños le quedan por cumplir? O, bajando la mirada, ¿cuántas cosas sencillas que le gustaría hacer estaba posponiendo? Planes que postergaba una y otra vez e ideas que iba dejando para otro día, porque siempre habrá un momento mejor. «Ya lo haré, ya tendré tiempo, ahora no toca…». ¿Le suena? Todos tenemos algo que nos gustaría cambiar, algo que queremos aprender, algo que nos apetece probar, una rutina que queremos comenzar, algo que queremos soltar.
Una cosa que nos está trayendo el confinamiento es tiempo para reflexionar y para valorar lo importante. Para darnos cuenta de que se nos va la vida dejando para mañana las cosas que nos hacen ilusión, las que nos nutren y nos llenan de energía. Que la desperdiciamos haciendo lo que «debemos hacer» en perjuicio de lo que queremos. Esperando ese momento idóneo en el que los astros se alineen y nos lo pongan en bandeja.
Nos contamos la mentira del «ya tendré tiempo, ahora no es buen momento» y nos la tragamos enterita. Cuando la vida no funciona así. Porque el tiempo no es infinito, ni se recupera. Y porque así los días pasan sin pena ni gloria, haciendo y haciendo, pensando que eso es lo importante, y sin tiempo para disfrutar. Hasta que llega algo como esto y nos da en las narices con nuestra vida encorsetada.
La vida es agotadora cuando uno se la pasa en el hacer y en la obligación y va dejando para mañana lo que le gustaría. Diciéndose, para acallar esa voz interior y quedarse tranquilo, que ya vendrá el momento perfecto. Pero los momentos perfectos no llegan, los momentos perfectos se crean. Así es como uno se hace protagonista de su vida. Así es como, cuando uno se da permiso para hacer lo que siente, un día mira atrás y se siente satisfecho de la persona que ha sido.
Y puede que eso que desea necesite que salgamos de ésta para ponerlo en marcha. Lo importante es que tenga claro que va a hacerlo. Que tome una decisión firme y contundente de que cuando esto pase, que pasará, no va a volver a dejarlo, ni a dejarse, para mañana.