La vida plástica

Manda textiles!!!... en la patria fabril de lo textil, en la Cataluña de paños e hilaturas, los lazos que inundan calles, verjas o farolas no son de tela, que sería lo propio, sino de plástico.

La tela es lo catalán y los plásticos son extranjeros... ¿es por eso que les encaloman los trabajos a la intemperie?... ahí se les ve por toda Cataluña anudados en barandillas de puente, en portones de iglesia, en árboles, en señales urbanas y en todo lo tieso que acepte un nudo... plásticos y más plásticos... ¡vaya tela!... y vaya ejemplo cívico y político, pues ese plástico elegido por la política independentista para teñir y dar cuerpo a su grito está declarado como el material más letal que amenaza a todo el planeta con una brutalidad medioambiental sin precedentes... tanto, que ya está siendo proscrito en muchos países al verse tan repetidos los trágicos efectos que ya no pueden esconderse y que tanto nos espeluznan. Pero si esos políticos se vieran mañana como gabinete republicano de la Cataluña catalana y catilina, ya mismo se lucirían anunciando «leyes y medidas muy severas para alcanzar una gradual disminución del plástico abusivo en el consumo y la industria», aunque sabiendo -como lo saben en la intimidad- que el horizonte de su república está aún algo lejano, confían en que para entonces ya se haya olvidado la gente de las carradas de plástico que ahora mismo están esparciendo por toda aquella geografía para alfombrar el sueño y la senda a la nueva patria, a la madre nación: la República de la Órdiga.

El color amarillo de las rosas de Tejas resultó ser contagioso y ya sólo falta vestir a los mossos de confederados enemigos de la Unión, colando a la vez en su himno el estribillo de Alabama: «Oh, Susana, no llores más por mí»... y que la Díaz o el Sánchez se den por aludidos. Lazos amarillos de plástico. Amarillo es el color de la envidia y la traición. La política es de plástico... y la vida plástica irá recorriendo el arco iris al ir pasando del amarillo al naranja, del naranja al rojo y del rojo al añil, pues al fin nos pondremos todos morados... los ojos... a hostia limpia.