Aporta... o aparta
No supe de su nombre en nuestra charla ni fue necesario saberlo para saber que sabía de lo que hablaba sabiendo de la vida que le tocó y que se le hizo universidad de doctorarse en pueblo de altura y tierras contadas, Santiago la Espada , Sierra de Segura, Jaén adentro y arriba, mujer joven, en los cuarentaipocos la supuse, menuda y briosa, vivaz y segura en el decir o el opinar de quien tiene bien repasada la lección que va escrita en los días y sus afanes. Y ante la cerveza que ponía punto y calma final a una jornada intensa de charlas y coloquios sobre repoblación me proporcionó ella la conclusión más clara y provechosa a la que no habíamos llegado en tanto discursear. Me contaba su infancia siendo la menor de ocho hermanos, multitud que obliga a espabilar lo quieras o no y, por tanto, por benjamina, le caían los acarreos de agua o el ir a apañar pa los conejos su dieta verde por cunetas y baldíos, ir a malvas le decían, tareas de una casa donde la labranza, algo de rebaño y corral con gallinero eran el universo que se le hacía la universidad que dije. Y me decía que no por tener que echar su mano a la faena del común de la casa se le arrimaron los traumas o déficits que ahora escudriña la psicología picuda en colegios urbanos con tutelajes y mandangas; en fin, que fue alumna feliz y agradecida por tanta enseñanza y buena práctica. Y cuando me hablaba de las matanzas del gorrino en su casa se le ponía la misma cara de fiesta y premio con que yo recuerdo las mías, ¡y era todo tan parecido y tanta la misma sustancia arqueológica y social!, aunque allí las primicias del hígado el día del matarile no eran sartenada como aquí, sino espachurrado como en paté de rechupe. Y que en aquellos y en todos los demás trajines o faenas donde cualquiera se cruzaba o entrometía siempre escuchó de la autoridad doméstica la máxima con que gobernar toda cosa: Aporta... o aparta . Nunca oí mejor precepto para dirigir el tiberio humano y neutralizar al meticón, al enredador y al cagasentencias. Adóptese aquí para todo. Mejora de mano nuestro «bastante ayuda el que no estorba».