Diario de León

INMIGRACIÓN

El drama de las madres con hijos a miles de kilómetros

La Federación de Mujeres Progresistas estudia el duelo migratorio de muchas cuidadoras en España

Una mujer africana es atendida al llegar a Canarias. GELMERT FINOL

Publicado por
Doménico Chiappe
Madrid

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La madre partió de su país de origen y dejó a su hija a cargo de la abuela. Hay una sensación de pérdida. «Verla crecer. Ver cómo aprende a escribir. A dibujar. Llevarla al cumpleaños de sus amiguitos de clase. Su olor. Consolar su llanto. Escucharla gritarme: «Mamá, mamá». Que se cuele en mi cama por la noche. Despertarme por las patadas de sus pesadillas», dice Yania, que emigró de Cuba y dejó a su hija de cinco años en la isla al cuidado de su madre, en «La casa vacía», obra ganadora del premio Kutxa Fundazioa Donostia de Teatro en castellano. «Yo quiero ganar dinero para que a mi hija no le falte nada», exclama el personaje. Su autora, Dayana Contreras, investigó «con las mujeres que han dejado a sus hijos y con niños cuyas madres no están», afirma. «Para las madres el duelo migratorio no termina. Todo lo que ganan es para enviarlo allí y tienen cargo de conciencia permanente. Se convierten en el par de zapatos que usan sus hijos. En mi familia ha pasado». En España, alguien como Yenia suele encontrar trabajo de cuidadora, mientras deja a su propios hijos al cuidado de un familiar a miles de kilómetros de distancia. «La persona migrante realiza cuidados en destino y, a su vez, está transfiriendo a otra persona los cuidados que ya no puede realizar en su país de origen», indica el estudio «Mujer inmigrante y empleo de hogar: situación actual, retos y propuestas», de la Federación de Mujeres Progresistas.

Según este documento, su labor en el país de acogida es de «mantenimiento del hogar y cuidado de las personas que viven en él», tanto de interna (duerme allí y hace turnos de hasta 16 horas diarias), como externa (duerme fuera) o por horas para casos de cuidado de especial necesidad u otras tareas. Un 43% son internas y cobran el sueldo mínimo, a veces menos, lo que refleja la «precariedad y explotación». «Las mujeres permanecen en España, al menos en un principio, sin los hijos o hijas para poder afrontar el empleo del hogar altamente demandante en cuanto a disponibilidad de tiempo y rigidez». Vienen de Latinoamérica y de África. Con distintos perfiles según el origen. Las americanas llegan por razones económicas, mientras que la africanas buscan «derechos», explica Ángela Muñoz, psicóloga del Programa Ödos de la Fundación Arco Iris. «Huyen de la violencia de género, de la mutilación genital de ella y sus hijas o de la persecución al colectivo LGTBI». El perfil de la mujer subsahariana es «muy joven, entre 18 y 32 años, que viaja sola y ya con menores a cargo». «Dejan a sus hijos en el país de origen, en la casa de la madre de ella o en guarderías precarias, para traerlos cuando tengan el estatuto de refugiado».

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