Diario de León

VEINTICINCO AÑOS DE UN MILAGRO

El museo que rescató la ‘memoria del vapor’ en Ponferrada cumple un cuarto de siglo

Bueso recuerda que la locomotora 31 del PV sigue dispuesta para tirar del Ponfeblino

La 31, fabricada por Maffei en 1913 en Múnich, a punto de salir de la estación de Ponferrada.marshall

Ponferrada

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Fue el 26 de mayo de 1999 cuando una inversión de 300 millones de pesetas hacía realidad lo que muchos vieron como ‘un milagro’; abrir un Museo del Ferrocarril que permitiera recuperar las viejas locomotoras de vapor de la MSP que tiraban de los vagones entre Ponferrada y Villablino y salvar de paso su antigua estación ferroviaria en la capital berciana. Un cuarto de siglo después, y a punto de salir un libro de Daniel Pérez Lanuza, el milagro reclama otro capítulo; que el tren vuelva a circular.

«En un territorio dónde el vapor se mezcla con la niebla», escribía en 2005 el entonces director de los museos de Ponferrada, Jesús Álvarez Courel, para presentar la guía del Museo del Ferrocarril, un volumen que recoge la historia de las viejas locomotoras de la Minero Siderúrgica de Ponferrada, salvadas de la ruina, y que precisamente tituló La memoria del vapor. Por que otra cosa no es la lonja levantada junto a los andenes, frente al edificio de la antigua estación de viajeros del tren Ponferrada-Villablino que recorrió el valle del Sil durante buena parte del siglo XX para unir el Bierzo y Laciana hasta su último viaje a comienzos de los años ochenta; un lugar dedicado a la memoria industrial, inaugurado hace ahora veinticinco años y donde la mítica locomotora 31 del PV sigue esperando a que la saquen del hangar para volver a tirar de los vagones camino de Villablino. Aunque tenga que salir de Cubillos del Sil, porque allá por los años noventa levantaron los raíles en Ponferrada para urbanizar la avenida de Los Escritores.

«La recuperación de las locomotoras que emprendió la Junta de Castilla y León (titular del material rodante, tanto como de las vías del tren de la MSP) fue una restauración estética, excepto con la locomotora 31, la más emblemática, preparada para encabeza el ferrocarril Ponferrada Villablino de nuevo», explicaba esta semana el hombre que relevó a Courel al frente de los museos de Ponferrada, Francisco-Javier García Bueso. Y en el museo sigue la Maffei 31, a la espera de que el Consorcio del Tren Turístico que ya prepara la recuperación del trazado ferroviario, se acuerde de ella para un proyecto que, en principio, contaría con una máquina de hidrógeno verde acondicionada en la Fundación Ciudad de la Energía.

De vez en cuando, la 31,—que estuvo ‘desaparecida’ algunos años en instalaciones de Victorino Alonso (el empresario que se hizo con la MSP) tenía en Cubillos y Ardoncino— sale de su letargo, vuelve a escupir vapor y asoma la cabeza desde la lonja del museo en alguna exhibición para recordarle a los ponferradinos que sigue ahí.

El museo financiado con 300 millones de las antiguas pesetas aportados por la Junta de Castilla y León había abierto sus puertas un 26 de mayo de 1999 sin ella. En la lonja, todavía sin cristales, reposaban las seis primeras locomotoras restauradas, cedidas por la Consejería de Fomento al Ayuntamiento. Aquel día acompañaron al entonces alcalde de Ponferrada dos consejeros de la Junta; el titular de Fomento, Jesús Merino, la entonces consejera de Economía, Isabel Carrasco. El primer director del museo, más allá de las gestiones de Jesús Álvarez Courel, iba a ser el concejal José Luis Iglesias, antiguo ferroviario que había dejado las filas del PSOE para apoyar el gobierno de Álvarez desde el grupo mixto.

También estuvo ese día en la lonja del museo el propio Victorino Alonso. «La MSP ha participado con la entrega de prácticamente todo el viejo material ferroviario del que disponía», decía el empresario aquel día de fiesta. Y en el ‘prácticamente’ se escondía, claro, la mítica locomotora 31, que aún tardaría doce años más en ocupar su lugar en el museo. Fue en 2011, con Antonio Silván como consejero de Fomento y Carlos López Riesco como alcalde de Ponferrada, cuando la vieja Maffei de 41 toneladas construida en Múnich en 1913 —ya tiene 111 años— salió de los talleres de Ardoncino, donde Alonso la había trasladado en diciembre de 2009 desde Cubillos del Sil —sin informar a la Junta, legítima propietaria de la máquina— y quedó instalada en la lonja.

Las seis locomotoras de vía estrecha (ancho métrico) con la que arrancó el museo son hoy diez locomotoras (Krauss, Baldwin, Macosa, Tubize y Maffei), un tractor-locomotora, cinco vagones de diferentes tipos y dos vagonetas. La Junta mantiene la propiedad, cedida al Ayuntamiento para el museo, de las máquinas que proceden del PV que explotó la MSP. Y el Ayuntamiento es propietarios de un simulador de conducción que completa una oferta donde la antigua estación expone toda una serie de objetos relacionados con el antiguo y donados por antiguos trabajadores y usuarios del ferrocarril; billetes, gorras, lámparas, fotografías (con las de la construcción de la línea ferroviaria a Villablino en 1919) y hasta letreros que prohíben escupir al suelo.

El Museo del Ferrocarril de Ponferrada cumple 25 años.

Exhibición de la locomotora 31 junto al museo, diez años atrás.ana f. barredo 

La apertura del museo en 1999 fue vista como poco menos que «un milagro», en palabras de maquinista Daniel Pérez Lanuza, miembro de la Asociación Cultural Ferroviaria Berciana, que está a punto de publicar un libro que resume la historia del centro y de sus locomotoras, editado por el Instituto de Estudios Bercianos con la colaboración del propio Museo del Ferrocarril.

Estos veinticinco años han visto como, además de la locomotora 31, volvían a casa otras dos piezas importantes de la colección. La MSP devolvía en 2010 la número 19, que había preservado en Cubillos del Sil; una de las últimas máquinas las que había permanecido activa, tirando de convoyes de carbón, hasta 1989. La otra es la locomotora 51, Sestao, que se deterioraba a la intemperie en el museo ferroviario de la Fundación Camilo José Cela en Padrón. Propiedad de la cementera Cosmos, que en su día la había adquirido a la MSP antes de cederla al museo gallego, la máquina llegó en diciembre de 2018 con evidentes muestras de óxido. «El deterioro que sufría era importante», recuerda García Bueso, que recibió la locomotora a las puertas del museo. «Es la máquina más antigua de la colección, construida en 1898», recalca el director del museo.

También ha habido pérdidas, por desgracia. Las tres locomotoras de ancho ibérico (vía ancha), la 53, 54 y 55 que el anterior director había cobijado en la lonja desde la intemperie de la vía muerta de la avenida de Los Escritores, donde todavía hoy se pudren las últimas máquinas que no ha sido restauradas, fueron reclamadas judicialmente en 2010 por su propietario, la MSP de Victorino Alonso. Resguardar esas tres locomotoras de ancho ibérico, en cualquier caso, «fue un ejercicio de responsabilidad en cuanto que las protegió de las inclemencias», valora García Bueso, que defiende el trabajo de su antecesor desde los inicios del museo. Jesús Álvarez Courel «hizo un esfuerzo extraordinario», elogia.

¿Y qué fue de esas tres locomotoras de ancho ibérico? «Una está en el Museo Ferroviario de Monforte de Lemos, las otras dos no lo sé», responde García Bueso.

El Museo del Ferrocarril de Ponferrada cumple 25 años.

El entonces alcalde, Ismael Álvarez, y la que era consejera de Economía, Isabel Carrasco, el día de la apertura del Museo del Ferrocarril de Ponferrada el 26 de mayo de 1999.L. DE LA MATA

De las máquinas de vía estrecha de la MSP, dos han terminado también en manos de la Fundación Ciudad de la Energía (Ciuden); la Baldwin número ocho, bautizada como Ponferrada y que puede verse en la Fábrica de Luz-Museo de la Energía; y la número nueve, con el nombre de Wagner, que la Ciuden ha cedido ahora al Consorcio del Tren Turístico y que quizá en un futuro pueda funcionar también con hidrógeno verde.

Otra pérdida fue una de las pocas piezas que no tienen que ver con el patrimonio de la MSP; una pequeña máquina de boca mina fabricada por Orenstein & Koppel en 1907 y que sirvió en Antracitas de Gaiztarro. Tras la muerte del empresario Porfirio Fernández de los Cobos, que la había dejado en depósito, sus herederos la reclamaron y la vendieron en 2014 por 50.000 euros al Museo de la ciudad alemana de Binz. También antes de la apertura del museo, la Baldwin número seis había sido cedida a la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Baleares. Y en 2001 la Junta de Castilla y León permutaba con el Gobierno Vasco la Krauss número 12 a cambio de una locomotora diésel Schoema.

A la espera de saber si la Maffei 31 volverá soltar vapor por el valle del Sil, en la vía muerta de la avenida de los Escritores sigue existiendo un cementerio de hierro. Y parece que esos restos de locomotoras, vandalizados, convertidos en lienzo de grafiteros, todavía estén allí como recuerdo de lo que les hubiera pasado a todas las máquinas de la línea de vapor en Ponferrada y Villablino de no existir el museo.

El Museo del Ferrocarril de Ponferrada cumple 25 años.

Francisco-Javier García Bueso, actual director de los museos municipales de Ponferrada, esta semana en la lonja ferroviaria .L. DE LA MATA

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