Diario de León

La inminente llegada del lince a CyL podría contribuir a la supervivencia del urogallo

La Junta evalúa estos días el estado sanitario de la fauna silvestre que convivirá con los primeros ejemplares liberados

Uno de los últimos ejemplares liberados el pasado mes en Murcia. MARCIAL GUILLÉN

León

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El proyecto de reintroducción del lince ibérico Lynx pardinus en Castilla y León avanza de manera imparable ante la inminente llegada de los primeros ejemplares de esta especie en peligro de extinción a la comunidad.

Para garantizar el éxito de esta Estrategia Nacional para la Conservación del Lince Ibérico, con el que la Junta de Castilla y León esta seriamente comprometida, agentes de Medio Ambiente están ya realizando la evaluación del estado sanitario de la fauna con que convivirá el felino. Para ello, se capturan mesocarnivoros, como el zorro, el meloncito o las martas, con trampas selectivas para la toma de muestras y posterior análisis con el fin de evaluar su estado sanitario. Y es que el lince es precisamente un controlador de estos mesocarnivoros, que disminuyen allí donde se establece, beneficiando a las especies de caza menor, o en concreto a los pocos ejemplares de urogallo que quedan en la Cordillera Cantábrica, para los cuales estos deprededadores suponen actualmente su principal amenaza para supervivencia.

Por eso, la introducción del lince en la comunidad, puede suponer un buen aliado para la conservación del ave más amenazado de España.

Según a el responsable del programa Iberlince de WWF España, Ramón Pérez de Ayala la reintroducción de linces es muy positiva para las comunidades receptoras, ya que no presenta demasiada conflictividad con otras especies.

Además favorece los ecosistemas y es un gran aliado de sectores como el ganadero o el cinegético, ya que su presencia se convierte en una garantía de exclusión y disminución de otros predadores e indirectamente mantiene y conserva las poblaciones de conejos.

Además, al ser un superpredador compite y desplaza a otros predadores oportunistas, como zorros y tejones Es un felino solitario y territorial que mantiene y defiende parcelas de entre 3 y 6 kilómetros frente a otros congéneres y otras especies distintas con las que compite ecológicamente.

A lo largo del último siglo, su área de distribución se ha ido reduciendo notablemente debido a diversos factores como la pérdida de hábitat, la persecución directa o la disminución de las poblaciones de conejos, entre otras.

Esta tendencia se ha reinvertido en los últimos años, gracias, entre otros factores, a la conservación y reintroducción de la especie en diversas áreas a través de los sucesivos proyectos Life y una importante colaboración de agricultores, ganaderos, propietarios, cazadores etc.

En general, la actividad agraria y ganadera se puede desarrollar de forma compatible con la presencia de un carnívoro como el lince ibérico, excepto si se interfiere en los momentos más sensibles de su ciclo vital: durante la reproducción. Hay que tener especial cuidado porque las consecuencias pueden ser graves, hasta el extremo de que si se molesta al lince cerca de la paridera la hembra puede abandonar la camada.

Desde la Junta de Castilla y León, dentro del programa de introducción de la especie, se trabaja en la divulgación y participación pública para informar a los agentes locales sobre esta propuesta de reintroducción del lince en Castilla y León. El objetivo es evaluar la aceptación de este proyecto por parte de los alcaldes, vecinos, propietarios de los terrenos, agricultores, cazadores y ganaderos y, en su caso, con el apoyo de los agentes locales afectados avanzar en la materialización de este proyecto de reintroducción.

La especie ya habitó los montes de León, pero en su variedad boreal

Aunque no hay datos oficiales, sí hay constancia de que en el siglo pasado León tenía una población indeterminada de linces, aunque posiblemente eran de la variedad boreal, en vez de ibéricos. Este felino se extinguió en los encinares del Bierzo, Maragatería, Tuerto y Valdería a comienzos de los años 60, tras caer la población de conejo silvestre por causa de la mixomatosis.

La última vez que se apreció un ejemplar en León, concretamente en El Bierzo, fue en 2006, cuando Kentaro, un lince procedente del programa de reintroducción Life+Iberlince, soltado en los Montes de Toledo, viajó por media España y parte de Portugal, lo que le valió el apelativo del ‘lince viajero’, hasta que meses más tarde fue atropellado en una autovía de Oporto.

El felino ya ha superado la barrera que asegura su salvación

El último censo de lince ibérico, publicado hace justo un año por el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, detalla que actualmente existen 1.668 ejemplares de la especie en España y Portugal. De esta manera, la población del lince ibérico supera la barrera de los 1.500 ejemplares, la mitad de la cifra necesaria para asegurar su salvación y tener una población totalmente viable, que pueda ser catalogada como fuera de peligro y que cumpla con el requisito de estar en un Estado de Conservación favorable de acuerdo a la normativa europea.

Según el censo, a partir de los datos proporcionados por las diferentes comunidades autónomas españolas con presencia de la especie y por organizaciones colaboradoras; entre las que nos encontramos, en 2022 se censaron 1.668 ejemplares, repartidos entre España, con 1.406 individuos totales (84,3 %), y Portugal (261 individuos; 15,7 %). Todos ellos se registraron en 15 núcleos de reproducción, de los que 14 de ellos están ubicados en España. Andalucía concentra el mayor número, con seis núcleos, en los que habitan 627 individuos (37,6 % del total de linces), seguida por Castilla-La Mancha con cuatro núcleos que albergan 584 individuos (35 %) y Extremadura que, aunque también cuenta con cuatro núcleos de reproducción, concentra a 195 individuos (11,7 %).

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