Diario de León

EL AÑO MÁS NEGRO PARA LOS MENORES PALESTINOS

Save The Children documenta la muerte de 34 niños en 2022 y reclama a Israel el fin de la «cultura de la impunidad» con los francotiradores

PAUL HANSEN / DAGENS NYHETER

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Jana Zakarneh estaba a punto de cumplir 16 años y tenía un gato blanco llamado Lulu. También tenía sueños, ilusiones, fantasías. Como cualquier niña de su edad en el mundo. Hace unos días compartía en redes sociales una foto con un cartel que rezaba «no pienses y no tengas dudas sobre Jana porque las chicas tenemos muchos problemas». Vivía en el barrio de Al-Bayadir, de Yenin, al norte de Cisjordania, donde hace una semana las fuerzas especiales de Israel lanzaron una redada en la que detuvieron a dieciocho personas. Estas incursiones son muy frecuentes en una ciudad donde se mantiene viva la llama de la resistencia armada palestina.

Pasadas las nueve y media de la noche comenzó la ofensiva y un intenso intercambio de fuego que duró veinte minutos. Cuando terminó, el padre y el hermano pequeño de Jana, de 13 años, comenzaron a buscarla en la casa, habitación tras habitación, pero no estaba. Subieron a la terraza y allí la encontraron, en medio de un charco de sangre. La adolescente había querido coger al gato y un francotirador israelí le metió cuatro tiros, dos en la cabeza, uno en el cuello y otro en la espalda, según relató el padre a los medios locales. Jana pasaba así a formar parte de la lista negra de los 34 menores que Israel ha matado este 2022 en los territorios ocupados, una cifra que duplica la del año pasado y es la más alta desde 2015, según Save The Children.

«El Ejército lamenta cualquier tipo de daño causado a civiles, incluidos quienes se encuentran en zona de combate y próximos a terroristas durante un intercambio de fuego», señalaron las fuerzas hebreas cuando el Ministerio de Salud palestino informó de la muerte de Jana. El Ejército también dijo que abriría una investigación, pero hace mucho tiempo que son un mero trámite de cara a la comunidad internacional. «Héroes» hagan lo que hagan Políticos y militares cierran filas en torno a unos soldados que, hagan lo que hagan, son unos «héroes», como les definió hace una semana el próximo ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, tras la difusión de unas imágenes en las que un uniformado disparaba varias veces a un joven palestino desarmado tirado en el suelo. «Es inaceptable el uso continuo de fuerza letal contra la infancia.

En lo que llevamos de año ya son 34 los niños palestinos muertos, el año más sangriento de los últimos quince», denuncia Jason Lee, responsable de Save The Children en los territorios ocupados, quien también tiene palabras de recuerdo para el adolescente israelí de 16 años muerto tras la explosión de una bomba en la parada en la que esperaba el autobús en Jerusalén. Lee alerta de «la escalada de violencia de la que somos testigos en los territorios palestinos» y dice que «la cultura de la impunidad solo servirá para que se mantengan los ciclos de violencia. Esto tiene que parar. Si no se adoptan medidas para desescalar la situación los niños seguirá pagando el precio». El organismo internacional pide al Ejército que deje de emplear munición real contra los menores y reclama investigaciones independientes para aclarar cada muerte.

Llueve sobre mojado en Yenin, donde en mayo otro francotirador mató a Shirin Abú Akhle de un tiro en el cuello. La periodista palestina estadounidense iba perfectamente identificada con su chaleco de ‘Press’ y estaba en una zona en la que se suele colocar la prensa durante las redadas. En un primer momento, el Ejército mintió y culpó a las milicias palestinas, pero pronto tuvo que dar marcha atrás y admitir la «alta probabilidad» de que fuera uno de los suyos quien disparó «de manera accidental». La familia clama justicia, pero nadie ha pagado, ni pagará por esa muerte porque «no existe sospecha de un delito que justifique la apertura de una investigación de la Policía Militar», en palabras del Ejército. Lo mismo pasará con la muerte de Jana. Los francotiradores gozan de impunidad para apretar el gatillo sea quien sea quien esté en su punto de mira, niños incluidos, como recogen los informes de Save The Children.

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