Sin carbón, con renovables, y las áreas naturales con problemas

Los cambios como consecuencia de la necesidad de preservar el medio ambiente han tenido un impacto máximo en la provincia de León. El abrupto final del carbón, al que siguió la clausura de las centrales térmicas, ha generado un daño inmenso en su economía. Es la primera consecuencia a la que cabe añadir que no han llegado las anunciadas medidas para propiciar una transición justa en los territorios de tradición minera.

También la provincia conoce de primera mano el impulso a las energías renovables. Y sufre esa polémica abierta sobre la necesidad de limitar los emplazamientos para la instalación de parques eólicos y parques con placas de producción de energía fotovoltaica. En materia de energía verde, León cuenta con una notable tradición de la mano de la generación hidráulica. Sus ríos, en los embalses para regular sus cauces, facilitan lugares donde se produce electricidad desde hace décadas. También aquí cabe la polémica por los valles que se vieron anegados y por la población que tuvo que ser desplazada hacia unos lugares para intentar rehacer la vida.

En este momento, existen proyectos centrados, por ejemplo, en el hidrógeno verde que genera una cierta expectativa de recuperación de actividad y empleo. Pero lo cierto es que existen muchos temores sobre los puntos en los que se quieren ubicar torretas eléctricas, en parajes de montaña de alto valor ecológico, y con los parque fotovoltaicos, que ocupan amplias extensines de terreno también en muchos casos con emplazamientos que reciben rechazo de vecinos y ecologistas.

En el campo de los espacios naturales protegidos, la provincia también facilita con claridad los problemas de la puesta en marcha de los planes de uso y gestión, al igual que las complicaciones que genera la convivencia entre los vecinos y los límites que se pretenden implantar para la preservación del medio ambiente, tanto en el caso de los bosques como con la fauna.