Diario de León

El estafador que seducía a las víctimas

l Guillem Sánchez desenmascara a Francisco Gómez, cuya vida «es una gran mentira»

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josep fusté

El periodista Guillem Sánchez desenmascara en un libro a Francisco Gómez Manzanares, un estafador que durante años dejó un rastro de desolación con medio centenar de víctimas, a las que conquistó haciéndose pasar por policía, piloto de avión o por quien fuese necesario: «Su vida es una gran mentira». En El estafador (Península), Sánchez rastrea la trayectoria de Francisco Gómez Manzanares con la colaboración de numerosos testigos, entre ellos varias de las víctimas que dejó este impostor en toda España, donde le constan unas cincuenta denuncias por valor de casi un millón de euros, aunque el volumen podría ser mayor si emergen casos que aún no han trascendido.

Sànchez, periodista de sucesos de El Periódico de Cataluña que recibió el premio Ortega y Gasset de periodismo por destapar el encubrimiento de varios abusos en los Maristas, ha admitido, en una entrevista a Efe, que el estafador es un personaje con toques «irresistibles» pero que al profundizar en su trayectoria ha llegado a la conclusión de que toda su vida es «una gran mentira». El periodista se puso tras la pista de este caso después de que los Mossos d’Esquadra anunciaron en marzo de 2017 que había detenido a un hombre, con antecedentes en el País Vasco, acusado de engañar a varias mujeres haciéndose pasar por sargento de Salvamento Marítimo.

Tras publicar las primeras informaciones sobre sus fechorías, Sánchez recibió una llamada de un vecino de Eibar, que sospechaba, con razón, que se trataba de la misma persona que en Euskadi había estafado a varias personas entre 2003 y 2008 haciéndose pasar por policía, piloto de avión y piloto rodador de fórmula 1, entre otros.

Y allí empezó todo: Sánchez quedó fascinado por este caso y comenzó a viajar por toda España para llamar a la puerta de familiares, amigos y, especialmente, de víctimas, muchas de las cuales han querido colaborar con el libro para ayudar a que la gente entienda el daño que provocan este tipo de personajes, ya que no solo destrozan a sus víctimas, sino también a su entorno.

Una de las principales preocupaciones de Sánchez era evitar sucumbir a los encantos del estafador, porque habitualmente en la ficción se les dibuja como personajes muy atractivos, ya que existe una «fascinación o debilidad» por los «cantamañanas y los jetas».

Por el contrario, en El estafador, Sànchez desnuda de épica este caso y muestra a Francisco Gómez Manzanares, actualmente cumpliendo pena de prisión, como un hombre que en el fondo sabe que «no es nadie» y que, por lo tanto, se concentra «en fingir que puede ser cualquier cosa y que lo puede ser todo».

«Él necesita uniformes épicos —policía, piloto—, con una áurea de heroicidad, para sentir que la gente le mira con respeto, para intentar hacer ver que es alguien que no es. Su vida es una gran mentira», apunta el autor.

Una de las peculiaridades de este caso es que el estafador, a diferencia de lo que ocurre habitualmente, intimaba con sus víctimas, con las que mantenía lazos de amistad y relaciones sentimentales, hasta el punto de llegar a vivir con alguna de ellas durante meses.

De esta forma, una vez desplumaba a las víctimas, el trauma que sufrían era aún peor, porque no solo les habían engañado y robado, sino que además de pronto descubrían que su relación se basaba en una gran mentira.

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