La huella que Paul Auster dejó en León

cristina fanjul

El paso de Paul Auster por Leónfue uno de los acontecimientos culturales del año. Reconocido como un ídolo literario pop, el eterno candidato al Nobel, atrajo hasta la ciudad a centenares de seguidores, hecho que demostró que la industria cultural es una de las más fructíferas para la economía.

Durante aquellos días, el escritor norteamericano conoció la argamasa de la historia de León y tuvo la oportunidad de entrar en contacto con jovencísimos talentos que más de diez años después ya no tienen nada que demostrar. Recibió el premio Leteo, que agradeció con humildad, en un acto en el Musac tan multitudinario que cientos de personas se quedaron sin la posibilidad de escucharle y que convirtió la ciudad cisastur en la capital de la cultura de aquella semana en España. Paul Auster habló e aquella conversación con sus lectores sobre béisbol, una de sus pasiones, acerca de Jorge Luis Borges, su escritor favorito, y, sobre todo, caminó con calma a través de los secretos de su monumental obra,

Auster concedió entonces una entrevista a Diario de León, la única que dio a un periódico de León, en la que desentrañó de manera minuciosa su obra. Contó, por ejemplo, la experiencia que relata en A salto de mata, cuando tenía apenas 17 años: «Efectivamente, esa experiencia tuvo lugar en el verano de mis 18 años y fue una de las veces que más solo me sentí. Durante las dos semanas que estuve en Irlanda hablé con poquísimas personas y me pasaba el día paseando, leyendo y escribiendo. Creo que llegué a volverme algo loco debido a la soledad. Pero fue precisamente esa soledad la que hizo que viera algo en mi interior que no conocía. Creo que me di cuenta de que podía sobrellevarlo, de que era capaz de sentirme bien manteniéndome alejado de todos y de todo». El escritor reflexionaba acerca del arte de la creación y del sentido de la vida: «La vida nos pone a prueba y es entonces cuando descubrimos quiénes somos. Es demasiado fácil cuando nuestra existencia es normal, pero es cuando la vida nos pone ante retos imprevistos, cuando somos arrastrados por la vida y tenemos que responder, cuando comenzamos a comprender qué clase de personas somos», aseguraba antes de admitir que él había estado en el vientre del tiburón muchas más veces de las que le hubiera gustado. «La vida va muy en serio, pero también es muy cómica y en cierto sentido puede ser ridícula y eso es lo realmente amargo de la vida, que incluso las cosas más terribles tienen su lado cómico».

Paul Auster, irredento admirador de Borges, manifestaba en la entrevista que todo apunta a la muerte, y eso a pesa de que sus personajes sufren pero rara vez mueren. «No sabemos cómo será, pero sí sabemos de manera fehaciente que sucederá. Y en cuanto al azar... No creo que sea la única fuerza que nos domina, pero es una de los elementos que determinan lo que somos. Seríamos idiotas si lo obviáramos, pero también lo seríamos si creyéramos que nos domina por completo. Tenemos el poder de pensar, de hacer elecciones, pero hay una gran parte de lo que nos sucede cada día que no podemos controlar.

Además, defendió, como hizo con la Trilogía de Nueva York, la importancia de las palabras en nuestra propiadefinición en el mundo: «Es la única manera que tenemos de acceder al mundo. Las palabras nos muestran el mundo pero, al mismo tiempo, nos lo roban, nos roban su esencia. Así que creo que tienen la potencia de hacer ambas cosas. Creo que resulta peligroso que pensemos que podemos fiarnos sólo de lo que las palabras nos muestran. Tenemos que cuestionarlas todo el tiempo».