Diario de León

Este libro huele a muerto

l El actor Carlos Areces reabre la historia de los retratos de difuntos en su libro ‘Post Mortem’

imagen del libro post mortem de carlos areces

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León

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verónica viñas

Carlos Areces, actor y miembro del grupo Ojete Calor, muestra en un libro 150 imágenes de difuntos. Forman parte de una colección que inició tras el impacto que le produjo una escena de Los otros, de Amenábar, en la que Nicole Kidman pasa las páginas de un álbum con retratos de personas muertas. Post mortem (Titilante ediciones), con una tirada de 1.839 ejemplares numerados y un precio que supera los 200 euros, con textos de Virgina de la Cruz Lichet —la mayor experta europea en este tipo de fotografía— y prólogo de Amenábar, provoca escalofríos. Sin embargo, los retratos de difuntos fueron una práctica habitual, un último recuerdo del ser querido. Areces ha conseguido reunir imágenes de más de quince países, desde el inicio de la fotografía hasta bien entrado el siglo XX.

En León era muy común a principios del siglo pasado, sobre todo, retratar a los bebés muertos. Al fin y al cabo, la muerte era el último acto público y formaba parte de la vida cotidiana. Un ritual desposeído de morbosidad, en el que, con naturalidad, el cadáver era paseado por el pueblo en su último viaje. El ataúd descubierto y el difunto con sus mejores galas. Hubo muchos fotógrafos, quizá no con el talento del gallego Virgilio Viéitez, que hicieron del retrato de difuntos y de velatorios una profesión.

Viéitez salió de Soutelo de Montes huyendo de la miseria y acabó atrapándola con su cámara fotográfica. Durante décadas fue un sencillo retratista de pueblo que, con su cámara al hombre, inmortalizó la miseria de la España profunda. El tiempo se encargó de poner las cosas en su sitio y aquel humilde fotógrafo de funerales acabo siendo reconocido como un gran artista. Sus imágenes se han expuesto hasta en París. También las mostró en León.

Para Areces, la suya es una colección de amor inmortal. El libro es también un estudio antropológico de las distintas formas de contemplar la muerte. En el caso de los niños, muchos de ellos recién nacidos, la fotografía era el único modo de tener un recuerdo de una persona con la que no se habían creado otros recuerdos.

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