Diario de León

La metamorfosis del barrio obrero de Pinilla está en marcha

El ambicioso proyecto para transformar el barrio obrero y superenvejecido de Pinilla en una ciudad del bienestar va dando grandes pasos con la actuación sobre las primeras 72 viviendas de las 938 que se rehabilitarán gracias al impulso de la Junta, San Andrés y el Estado, que aportan dos millones

La Casona es un rascacielos de trece plantas y 288 viviendas construida en 1973 que constituye todo un símbolo en Pinilla. JESÚS F. SALVADORES

La Casona es un rascacielos de trece plantas y 288 viviendas construida en 1973 que constituye todo un símbolo en Pinilla. JESÚS F. SALVADORES

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Pinilla puede convertirse en una réplica de las famosas Villages del norte de Florida, el paraíso donde los mayores disfrutan de una atención sociosanitaria a medida, residen en viviendas inteligentes adaptadas a su edad y se desplazan en carritos de golf hasta una plaza de restaurantes, bares y actuaciones en vivo.

La utopía, salvando las diferencias del clima y algunos detalles, se agarra de la mano de un plan para intervenir en un área de 105 inmuebles y 938 viviendas degradadas, donde residen 1.485 vecinos. Un proyecto muy ambicioso para reconvertir el entorno de este barrio obrero en una mini-ciudad del bienestar para una jubilación dorada que ha recibido el impulso decidido de la Junta, que es la administración que aporta en la primera fase la mayor cuantía (1 millón de euros), el Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo (casi 774.000 euros) y el Ministerio de Fomento (208.000 euros).

La idea no es solo mejorar sus fachadas y darles un barniz moderno, sino aplicar un planteamiento urbanístico más profundo que llegue a facilitar la vida a los vecinos borrando de su vista barreras y salpicando el entorno de espacios verdes que sustituyan el cemento. De hecho, el simple gesto de rebajar aceras evita caídas y favorece el tránsito de sillas de ruedas.

Los estudios con cámaras termográficas, geógrafos y sociólogos que se efectuaron en 2018 capitaneados por el arquitecto Oscar Ares indicaron que Pinilla sí se puede adaptar como ciudad del bienestar. El pistoletazo de salida del Área de Regeneración y Renovación Urbana se dio tras el verano con la rehabilitación de 32 de las 72 viviendas incluidas en la primera fase. Se trata de cuatro bloques de ocho pisos cada uno ubicados en la calle Profesor Cordero del Campillo. La ayuda que se concede es de un máximo de 15.900 euros de media por vivienda para mejoras relacionadas principalmente con la eficiencia energética.

La gran ventaja para los propietarios de los inmuebles que soliciten beneficiarse de esta línea de ayudas es que sólo tendrán que abonar, desde las propias comunidades de vecinos, las tasas e impuestos que lleva aparejada cualquier remodelación, actuación u obra en vivienda.

También está a punto de rematarse con 261.000 euros la modernización del parque Burbia y de la casa de cultura, que incorpora energía sostenible y limpia con placas solares. Su entorno se reurbanizará para eliminar obstáculos a los ciudadanos que quieran desplazarse para no tropezar con bordillos o escalones.

El objetivo final es desarrollar un ARU que mejore la eficiencia energética de los edificios, facilite la supresión de barreras arquitectónicas y adecúe los espacios públicos y viviendas a las necesidades de las personas mayores.

Un modelo a exportar

Una experiencia piloto para un modelo a exportar en una provincia y un país tremendamente envejecidos, donde colaboran la Junta, el Ayuntamiento y el Ministerio. En mente, sobre todo, la reactivación de la zona, que posee un elevado índice de mayores de 65 años (el 45%) que residen en un conglomerado de casitas y edificios. Como el 94% de ellos manifestó su deseo de continuar en su vivienda a pesar de sus numerosas deficiencias, aunque no puedan subir las escaleras, tengan humedades y malos sistemas de calefacción, se pensó en aunar esfuerzos para adaptar sus hogares y su entorno.

Pinilla es un conglomerado de casitas bajas y edificios a los que les ha tocado ‘la lotería’ con el ARU. Un sueño en color que contrasta con la vida en blanco y negro que llevaron muchos de sus vecinos originales, ya que cuando hoy se habla de dos millones de euros para obras en la zona, aquellos pioneros evocan las dificultades para terminar sus casitas entregadas solo con techo y paredes que intentaron mejorar con paciencia y ahorros. «Hoy un azulejo, mañana una pintura, pasado una puerta...», rememoran.

En el proyecto de amabilizar el barrio, las administraciones intentarán dar a los mayores de Pinilla una «cuarta» edad cargada de esperanza, comodidades y servicios. Es verdad que no saldrán tanto a la calle en shorts como lo hacen en Florida y que tendrán que recurrir muchas veces a la bufanda, pero al igual que en The Villages la meta es que se sientan agusto, atendidos y con las comodidades de un hotel en sus propias casas, esas que con tanto esfuerzo han ido acicalando a lo largo de los años, pero a las que queda un último empujón de modernidad, en muchos casos.

El coste de rehabilitar 500 viviendas equivale a construir una residencia de 60 plazas, así que el nuevo modelo plantea seguir la opinión de los propios propietarios que prefieren quedarse en sus pisos y casas y convertir zonas no funcionales en comunidades de mayores.

Ampliar el ancho de las puertas a 82 centímetros para que pase una silla de ruedas, transformar las carboneras en espacios médicos, adaptar los baños sustituyendo bañeras por duchas, solucionar los problemas de movilidad horizontal y vertical con ascensores e intentar eliminar las humedades son propuestas que se combinarán con la creación de zonas peatonales y ajardinadas, bancos para descansar y placitas. Ahora es todo asfalto y baldosa y hay que mejorar el entorno y favorecer el encuentro de las personas, según el plan.

El proyecto, que permitirá transformar un barrio franquista en un lujo de barrio para los mayores, ya tiene camino ganado, porque en Pinilla existe la tradición de salir a la puerta a charlar, a relacionarse. «Nos juntábamos a tejer, a hablar, a varear los colchones. ¡Ay, lo que remendamos para aprovechar los calcetines...! Se vivía mucho en la calle y los niños estaban jugando cerca», indican los mayores.

Un planteamiento de seguridad y comunidad que el ARU quiere mimar. Desde su origen, muchos cambios se han producido en un barrio de postguerra. Y es que entender Pinilla es comprender sus seis fases. Las primeras llaves se entregaron en 1947 impulsadas por el primer gobernador nombrado por el Caudillo, Carlos Pinilla Touriño, que había aterrizado terminada la Guerra Civil en una provincia empobrecida y con una altísima tasa de paro. Con todo el poder que le daba el nuevo régimen, apostó por construir viviendas populares, llamadas en la época «ultrabaratas» por medio de la Obra del Hogar Nacional Sindicalista. Para ello adquirió 300.000 m2 en la periferia de la ciudad para levantar 750 casas. Las tres primeras fases fueron de viviendas unifamiliares y fincas cada vez más pequeñas. La cuarta ya de bloques de tres alturas con diferentes medidas según se fuera más o menos afín al Sindicato Vertical. La quinta acogió a los desalojados de Riaño por el embalse con cuatro alturas y la sexta se situó junto al antiguo paso a nivel. León olvidó al hombre, pero no su nombre, que lleva todo el barrio y una glorieta.

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