Diario de León

Montecredit: el servicio financiero con alma social

Las entidades de crédito social, preocupadas por la proliferación de negocios comerciales que pretenden suplantar su esencia prendaria, muy lejos de las garantías que ofrecen los montes

León

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«Somos un servicio financiero más, pero un servicio diferente. Somos el único del mercado que tiene alma social». Lo explica José María Viejo, director general de la Fundación Obra Social de Castilla y León, que gestiona las cuatro oficinas que Montecredit (la nueva marca de los montes de piedad de las antiguas cajas de ahorro) tiene en la Comunidad. Concretamente en León, Valladolid, Salamanca y desde el año pasado Burgos. Una propuesta de obtención de crédito que lleva siglos en el mercado, se ha renovado con fuerza en los últimos años sin perder su esencia y gana clientes de forma continua.

Una confianza de los consumidores que ahora tratan de aprovechar otras fórmulas comerciales que están muy lejos del altruismo, y cuyo crecimiento preocupa a las únicas entidades autorizadas legalmente para ejercer este tipo de préstamos. Lo han puesto de manifiesto las conclusiones de la reciente 37ª Asamblea General de la Asociación Internacional de Entidades de Crédito Prendario y Social (Pignus), a la que han asistido 22 entidades de 14 países de 4 continentes. «Es un fenómeno que se está produciendo fundamentalmente en Europa, la suplantación de nuestro modelo de concesión de créditos», lamenta Viejo.

Que recuerda que esta fórmula, que hace siglos pusieron en marcha los montes de piedad (origen en muchos casos, como León, de las cajas de ahorro locales) es ahora «exclusiva de las fundaciones de origen bancario (las herederas de las obras sociales), como garantía para corregir desequilibrios del mercado financiero, y para evitar la exclusión financiera. Por eso asistimos con mucha preocupación a lo que puede ser una vuelta a las prácticas de usura por parte de fórmulas comerciales que pueden resultar engañosas».

Recuerda que las instituciones como Montecredit «tienen gran prestigio, están muy consolidadas y conectadas con sus comunidades, porque estas entidades de crédito tienen fundamentalmente una misión social. Permiten a los usuarios el acceso al crédito de una forma justa, transparente y honesta. Y, por otra parte, ofrecen un retorno a los ciudadanos a través de la obra social que realizan las fundaciones que gestionan estas entidades».

Un fin que no comparten las organizaciones de carácter comercial que proliferan bajo las fórmulas de compro-oro, que a menudo utilizan en sus denominaciones palabras como ‘monte’ o ‘caja’, que «pueden llevar a confusión a algunos consumidores. Son negocios legales, pero no pueden suplantar lo que representan los montes de piedad».

Porque estos comercios «no son una casa de empeño. Se dedican a la compraventa de joyas. Pueden realizar operaciones con opción a recompra, pero en ellas la propiedad de la joya pasa al negocio, deja de ser del cliente. Algo que nunca pasa en Montecredit, donde los propietarios nunca pierden su bien, que no pasa a ser propiedad del monte de piedad, sino que se guarda en custodia y depósito como prenda. Eso es crítico para el proceso. La joya sólo cambia de propietario si decide subastarse, y eso ocurre apenas en un 3% de los casos de empeño». Incluso entonces, las condiciones de las subastas son transparentes y favorables para el consumidor.

José María Viejo insiste en que «aunque es lícito que estas empresas existan, porque estamos en un estado que garantiza la economía de libre mercado, los consumidores tienen que entender que las condiciones que ofrecen las entidades de crédito social son, sencillamente, mejores. En ningún lugar las van a conseguir más beneficiosas, ni con mejor garantía, ni con tasaciones más justas ni más profesionales que en los montes de piedad».

Es así «en primer lugar porque nuestra actividad se rige por un código ético y un sistema de valores como entidad del tercer sector que somos; en segundo porque estamos sometidos a una permanente fiscalización y en tercero porque las fundaciones tienen un carácter eminentemente social. Y eso impregna nuestra actividad crediticia. Lo que hacemos es prestar un servicio público que evita la exclusión financiera, y el objetivo es siempre ofrecer a los clientes una buena opción para obtener un crédito».

Y es que el crédito prendario es «tan buena opción como otra financiera del mercado. El matiz está en la inmediatez y la transparencia, porque las características del préstamo son conocidas: la cotización de los metales preciosos es única e internacional, y además nuestros especialistas valoran otros aspectos, como la calidad o las características especiales de la joya que se deja como prenda. Ofrecemos un servicio crediticio, pero siempre bajo la premisa de ser un servicio público. Muchas personas encuentran aquí posibilidades de financiación justas y honestas que les niega el mercado financiero tradicional».

Desdramatizar

El director general de Fundos hace un llamamiento a «desdramatizar» el crédito prendario. «Simplemente implica utilizar un bien que posees para financiarte, y hacerlo de la manera menos gravosa para tu economía».

El préstamo prendario, insiste, «tiene la misma dignidad que cualquier otro tipo de crédito. Se puede obtener uno poniendo como garantía una nómina, o una hipoteca con la garantía de una vivienda. Esto es lo mismo, utilizar una joya como garantía para obtener un dinero de forma inmediata, justa y transparente. Además, no dependen de las fluctuaciones del mercado. Y los tipos de interés son mucho más bajos de los que se exigen en otro tipo de operaciones. Yo diría, sin lugar a dudas, que el cliente de una entidad de crédito social es un cliente financieramente inteligente».

De hecho son millones en todo el mundo estos «clientes inteligentes» que utilizan los préstamos de estas entidades reguladas. Sólo las cuatro oficinas de Montecredit que dependen de Fundos tienen activos una media de 15.000 préstamos al año, de los que se benefician unos 12.000 clientes. La cartera total de préstamos ronda los 10 millones de euros. Son cada vez más jóvenes, y acuden a este servicio para financiar bien un momento de necesidad familiar, la puesta en marcha de un negocio, una emergencia de un autónomo y, en muchos casos, la financiación de programas de formación para conseguir un mejor empleo. «Los usuarios de Montecredit son un reflejo de la diversidad de la sociedad en la que está implantado».

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