Diario de León
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León

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alfonso garcía

En diciembre de 2020 el autor de esta hermosísima novela llega a La Habana. Busca el rastro de la presencia de Federico García Lorca en Cuba, donde estuvo el granadino en 1930. “Hace noventa años de eso, pero yo voy a seguir tus pasos en cafetines y heladerías, terrazas y cabarets, fiestas y balnearios, teatros e iglesias, playas y camas. Y en una casa encantada. Y en un Ford 1930 descapotable que cruza la noche a toda velocidad. Para eso he venido a Cuba”, a conocer la poco conocida visita del poeta a la isla caribeña.

El autor del Romancero gitano llega a aquella Cuba esplendorosa de los años treinta, “el paraíso de los 98 días más felices de Federico García Lorca”. El novelista Víctor Amela (Barcelona, 1960), a la actual, tan diferente. Precisamente esta alternancia narrativa de tiempos y escenarios es, a mi juicio, uno de los atractivos más intensos de la obra. En el primer caso, a las referencias señaladas habría de añadirse el desfile de personajes literarios que conforman una generación cubana irrepetible con la que Lorca también disfrutó durante su estancia isleña: José Mª Chacón, los Loynaz, Emilio Ballagas, Lezama Lima, Nicolás Guillén, Marinello, Fernando Ortiz… En el caso de Amela, la realidad de lo cotidiano y sus problemas, seguramente tipificados en Ariel Yoendri, el taxista inolvidable. También la búsqueda de posibles informantes como estudiosos –caso de Ciro Bianchi, investigador sagaz y reconocido, especialmente de la Cuba republicana- o descendientes de personajes con que Lorca había compartido. Llama la atención, en este sentido, la intensa búsqueda de la voz del poeta, especialmente en Caibarién, donde Manolín Álvarez, un radiofonista asturiano que vivía allí y emitió, al menos, una conferencia para la emisora de radio local. Dónde esté la realidad o la ficción de la novela –hay, al final, una cronología y mapas del viaje- es otro asunto, a pesar de ser obra bien documentada y verosímil, con textos lorquianos incorporados a la narración. Muy atractiva, amena y gratificante. Prosa vibrante y rica, con la tersura del lenguaje poético a veces, lleno de frescura, diálogos intensos y clarificadores. A este lector le ha resultado un gozo.

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