Diario de León

Gallos en peligro de extinción

Los criadores de la raza leonesa denuncian el abandono institucional para mantener una especie única . . «Con apenas 50.000 euros en ayudas se podría seguir investigando», asegura su presidente, Tomás Gil .

Gallos de pluma, en una explotación de la Cándana.

Gallos de pluma, en una explotación de la Cándana.

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MANUEL C. CACHAFEIRO | LEÓN
León

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Los criadores de gallos de pluma advierten de que la raza leonesa, única en el mundo, está «en peligro de extinción». Según datos de esta organización, apenas hay 1.000 parejas repartidas por La Cándana, Campohermoso y La Vecilla, los únicos pueblos en los que se sigue criando.

Y lo peor: no solo se extingue. Tampoco hay ayudas ni para los productores ni para el proyecto que estudiaba sus condiciones únicas en la Universidad de León. «No hay nada. A los políticos se les llena la boca cuando vienen a la Feria del Gallo, en la Vecilla, pero después se olvidan», explica Tomás Gil, el presidente de los criadores, que asegura que con apenas 50.000 euros el proyecto de investigación podría seguir adelante. Investigar es importante porque la reducción de parejas está provocando una mayor consanguinidad, lo que lleva consigo la amenaza de nuevas enfermedades y crecientes controles, por tanto, a la hora de la exportación de las plumas, el principal mercado de este producto singular.

A la difícil situación de la propia raza se une los costes de alimentación. Este año, el kilo de trigo superará los 50 céntimos, según Tomás Gil. Criadores reales, es decir, dados de alta, apenas son cinco, que reúnen unos 700 gallos y 100 parejas. «Lo que realmente importa es la gallina, que es la que pone los huevos Y en toda la Cándana apenas hay 300», dice Gil.

El gallo de pluma de León lleva un año incluido en el libro de Razas Españolas, del Ministerio de Agricultura. «Y para más inri lo hizo un veterinario de Valladolid», se lamenta Gil, que insiste en la necesidad de impulsar un producto único en el mundo como sector dinamizador de una zona donde, salvo el turismo y la pesca, no hay esperanzas de futuro.

No hay ayudas para investigar ni tampoco para su promoción. El propio Tomás Gil ha estado recientemente en Francia, en una feria de pesca. Tampoco ha tenido ninguna ayuda. Y eso que hasta allí, cerca de París, llevó parte de su material y carteles e información de la montaña de León.

Los gallos de pluma bien podrían ser un acicate para asentar población en esta zona de la montaña de León, tanto por su cría como por el desarrollo de la pesca como base del turismo rural. Sin embargo, el turismo apenas se ha desarrollado en comparación con otras zonas rurales de Cantabria o Asturias, donde a partir de un elemento dinamizador se ha montado una verdadera apuesta. Y no se trata de zonas como Picos de Europa. Comarcas asturianas han convertido el oso en su emblema. «Si esto lo tiene Cataluña, esta zona era un auténtico paraíso. Lo es desde un punto de vista natural, pero los que tienen que ayudar y empujar a que esto se desarrolle no lo hacen», se lamenta Gil.

Mercado exterior

El 90% de los compradores de pluma son extranjeros y Estados Unidos, Japón, Argentina, Francia, Suiza y Portugal los mejores mercados. Justo para ese desarrollo son clave los estudios científicos, ya que todos los países exigen garantías sanitarias en sus fronteras. «Con un poco de ayuda se podrían incrementar las ventas por 10, pero no se hace nada», se lamenta Tomás Gil, que insiste con una frase a modo de resumen: «Si hay pesca, hay gallos».

La clave de los gallos leoneses es que los brillos de las plumas imitan a la perfección las luminosidades que producen los insectos al moverse en la superficie del agua.

«La pena es que cada vez somos menos, un poco por las dificultades que conlleva, por las enfermedades, la agresividad de los gallos, y la poquísima ayuda que recibimos. Me temo que en un futuro no muy lejano será una raza a punto de desaparecer, si alguien no pone remedio», se lamenta una vez más Tomás Gil.

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