Diario de León

Alegoría de una pandemia

El castaño que da vino gratis con todos los bares cerrados

Un albañil jubilado, experto en injertos, convirtió en Portela de Aguiar un árbol seco en atractivo turístico y en una obra de arte que despierta el interés de muchos porque del interior del tronco hace que mane la bebida

Ponferrada

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Podría ser la alegoría de esta segunda ola de pandemia. Con los bares cerrados y resto de hostelería con la verja bajada desde el viernes, existe un lugar en el Bierzo donde el vino ‘mana’ del interior de un castaño en la calle, los viandantes pueden beberlo gratis y seguir en paz su camino, sin vulnerar la ley. Todo basado en el altruismo de un vecino octogenario, que convirtió un viejo árbol inservible en una obra de arte, que además permite a los que pasan por delante de su casa autoservirse y echar un trago. Es algo así como el castaño-cubeto, el castaño-bar o el castaño-milagro de Portela de Aguiar, pueblo situado en el municipio de Sobrado.

El autor es Luis Testa, un albañil jubilado que vive con su esposa en este remanso de paz berciano, atendiendo sus fértiles sotos de castaños en la falda norte de la sierra de la Encina de la Lastra. En definitiva, haciendo un poco más feliz a la gente, que se sorprende al ver un castaño con un grifo que les convida a vino a la orilla de la vieja y estropeada carretera que conduce a Santo Tirso de Cabarcos desde Portela de Aguiar.

Muchas anécdotas
Una niña y su madre intentaron lavarse las manos en el grifo de vino creyendo que saldría agua

Hace ahora justo diez años, Luis Testa trajo el castaño seco de la zona de Sobrado para convertirlo en una obra de arte natural, justo delante de su casa, en Portela. Tuvo que cortarle parte de las ramas para poder atravesar el pueblo, ya que chocaba contra las casas. Lo puso de pie, al lado de la carretera, lo limpió y le fue dando forma. «Prácticamente me limité a pintarlo, porque sus formas ya lo dicen todo, no había mucho que hacerle», resume.

Eso sí, además de tallar un sillón en el centro del tronco —a modo de trono para el que quiera sentarse— en el interior y en lo más alto del árbol, Luis colocó un recipiente de 16 litros para el vino. Luego, le empató una manguera al grifo público, del que cualquiera puede servirse. Luis es el que se encarga de reponer la bebida cuando se acaba.

Altruismo
Un grupo de inmigrantes aparcaba todas las mañanas y bebían antes de ir a trabajar

Cuenta con una sonrisa franca que el castaño le ha proporcionado muy buenos momentos y muchas anécdotas. Su mujer, al principio, cuando colocó el castaño delante de la casa, se llegó a quejar. Decía que le impedía ver la iglesia desde la ventana. Pero aquel primer sentimiento se tornó en algo que ha dado un nuevo sentido a todo, a su barrio y a su pueblo. De hecho, el castaño es parada de muchos y eso permite hablar y echar unas risas en estos tiempos difíciles de prisas, acumulación de estrés e intereses fugaces.

 Experto en injertar árboles, Luis creó un mirador en su soto. M.F. 

 

«Hablé con la diputación»

Luis estaba preocupado por si la Administración le ponía alguna traba y cuando todo empezó preguntó si lo estaba haciendo bien o mal: «Yo lo quería meter más arrimado a la casa, más lejos de la carretera y cuando vino el de la Diputación se lo comenté y me dijo: ‘¡Estate tranquilo, déjalo bien bonito. Tiran antes una casa que esto, que este castaño!’».

Luis Testa tiene muchas más historias que le proporciona su obra, bautizada por los que pasan por allí como «la bodega del castaño» o «el castaño del vino», rememora con una sonrisa de oreja a oreja. Así, recuerda que un grupo de inmigrantes que trabajaban en la zona de Santo Tirso recogiendo castañas paraban la furgoneta a primera hora de la mañana, bajaban y tomaban el vino del castaño. «Y le decía uno a otro: ‘¡Cuidado que no quede el grifo abierto!’ Aquí sí cuidan las cosas para que no se pierda el vino», bromea Luis. Explica que en su obra tenía previsto colocar de un artilugio que enfriaba la bebida que regala. Algo así como una nevera, pero lo descartó por que lo robaban.

«El otro día vino una señora con dos chavalinas y la niña se acercó al castaño y decía: ‘¡Mamá, mamá mira, tiene grifo! Ella pensaba que era agua para lavarse las manos. Abrió el grifo y se sorprendió cuando comprobó que era vino». Desde el 2010 esta obra de Testa en Portela de Aguiar está dando que hablar. Incluso en pandemia con los bares cerrados. Pura alegoría.

 Otro de los castaños frente a su casa que ilumina de noche. M.F.

Luis atesora herramienta antigua y utensilios etnográficos. M.F.

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