Diario de León

La Revolución del 34 en Bembibre

El cómic resucita la historia del Cristo Rojo

Alfonso Zapico, Premio Nacional del Cómic, incluye en el nuevo volumen de "La Balada del Norte' el episodio del Cristo salvado del fuego por los mineros que incendiaron la iglesia de San Pedro

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Ponferrada

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Una barricada al final de la calle. Una figura que destaca entre los cascotes de piedra y el amasijo de hierros. Y la iglesia quemada de San Pedro como testigo silencioso.  

Estamos en Bembibre, en octubre de 1934, y los soldados que sofocan la revolución avanzan con cautela por el arranque de la calle del Escobar, hoy avenida de Villafranca. El oficial al mando teme un trampa de los mineros que ha intentado llevar la revuelta de Asturias a las cuencas del Bierzo y ordena al de siempre, al pobre Suárez, que se acerque a comprobarlo. Y el soldado Suárez, martirizado por su superior, se adelanta al pelotón rezongando, la bayoneta calada por si acaso. Pero cuando llega a la altura de la figura, más grande de lo que parecía, salta la sorpresa; está a los pies de una imagen de tres metros de altura del Sangrado Corazón de Jesús, indultada por los mineros —que ya se han retirado de la localidad— en el momento de prender fuego a la iglesia. «Cristo Rojo a ti te respetamos por ser de los nuestros», reza la nota que con buena caligrafía le han dejado escrita entre la barbilla y el corazón.  

Así narra Alfonso Zapico, Premio Nacional del Cómic en 2012, uno de los episodios más legendarios de la Revolución de 1934 en las cuencas mineras de Asturias y León; el día en que los mineros que habían proclamado la República Socialista en el Ayuntamiento de Bembibre amnistiaron la imagen de un Cristo, salvado de la iglesia rociada con gasolina porque vestía un vistoso manto rojo. Y lo hace Zapico en el tercer volumen de su popular serie La Balada del Norte , una novela gráfica en cuatro partes que narra sin maniqueísmos, con rigor histórico y un evidente sentido crítico, la fallida revolución de aquel otoño de 1934 y la represión posterior. Y aunque la mayor parte de la trama transcurre en Asturias, el eco de la leyenda del Cristo Rojo de Bembibre —portada del número del 20 de octubre de la revista Estampa — es tan poderoso que también ha sugestionado al historietista asturiano y al final la ha incluido en la tercera parte de la saga publicada por Astiberri.  

«Hay un conexión entre el Bierzo y Asturias a través de la minería», cuenta Zapico por teléfono desde su casa en la ciudad francesa de Angoulême, una de las capitales europeas del cómic. «Hay una separación geográfica, claro, pero la mina y la vida cotidiana de los mineros es la misma a uno y otro lado. La gente de Bembibre, por ejemplo, me recuerda a la de Mieres»,  

Nacido en Blimea, Alfonso Zapico ganó en el año 2012 el Premio Nacional del Cómic por su obra Dublinés , un divertido y descarnado recorrido por la vida de James Joyce. Y en 2015 comenzó la publicación del primer volumen de La Balada del Norte sobre una revolución «muy olvidada en Asturias, aunque sobreviven sus clichés más extremos». Se refiere al recelo de las cuencas mineras hacia los señoritos de Oviedo y a la «demonización» de los mineros en la capital del Principado. El autor asegura que «no hay una memoria única de los hechos», aunque no está de acuerdo con las interpretaciones interesadas que sitúan el comienzo de la Guerra Civil en la Revolución de Asturias. «Se utiliza injustamente la Revolución del 34 para justificar el golpe de Estado del 36. Y no tienen nada que ver, ni los protagonistas, ni el contexto», aclara.  

¿Y en la España de hoy, que queda de todo aquello?, le pregunta el periodista. Y Alfonso Zapico, que para 2021 espera terminar La Balada del Norte , tiene clara la respuesta. «La memoria histórica es beneficiosa para alcanzar la madurez como país. Pero se está transformando en polarización ideológica. Hay una guerra por el relato, por la memoria, y es necesario abrir un espacio común. No digo que construir un relato único, sino crear un espacio común. Lo peor que le puede pasar a un país es que no se quiera hablar. Si no somos capaces de hablar de esto, no podremos hablar del futuro».

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