Diario de León

Arte

La Estela de los Condenados deja huella en la cárcel del Reloj

El Patio de la Higuera del Museo del Bierzo estrena una escultura de Amancio González en memoria de los represaliados por el franquismo

El escultor Amancio González observaba ayer la ofrenda floral depositada a los pies de la estela. LDM

El escultor Amancio González observaba ayer la ofrenda floral depositada a los pies de la estela. LDM

Ponferrada

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«¡Se sienten, coño!», bramó una voz masculina. Y todos los que ayer estábamos en el Patio de la Higuera de la antigua cárcel de la calle del Reloj de Ponferrada, desde hace veinticinco años convertida en el Museo del Bierzo, nos callamos. Nos sentamos. Y observamos a un hombre vestido con la camisa azul de la Falange, calzado con botas negras militares por encima de las perneras, que avanzaba, amenazador, por el pasillo libre entre las sillas hacia el lugar donde una manta de color vino todavía cubría la Estela de los Condenados; la pieza de tres metros de altura en acero corrugado que el escultor Amancio González ha dedicado a los represaliados por el franquismo presos en el edificio donde hoy se muestran los vestigios de la historia y el arte del Bierzo. Una segunda estela, aún mayor, recordará más adelante en el Montearenas a las decenas de personas asesinadas en las cunetas a la salida de Ponferrada.

«Se sienten, coño! ¿Sabemos dónde estamos o no lo sabemos?», gritó el actor de Fabularia Teatro en la piel del viejo falangista. Se hizo el silencio. Y todos, todas, los que nos encontrábamos en el Patio de la Higuera de la antigua cárcel del Reloj y desconocíamos los detalles del montaje teatral, nos preguntamos por un momento, que nadie lo niegue, dónde estábamos en realidad; en la cárcel o en el museo.

El actor de Fabularia llevaba una pistola al cinto, a modo de atrezzo , y en la mano una lista de nombres de encarcelados que comenzó a leer delante de todos. Nombres de condenados por la represión, aunque la destrucción de los archivos de la antigua cárcel municipal —que estuvo abierta desde mediados del siglo XVI hasta el año 1968— haga imposible saber el número exacto de quienes pasaron por los calabozos de Ponferrada durante y después de la guerra por motivos políticos, como bien recordó durante el acto el vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), Marco González.

Empezaba fuerte el homenaje, con un extracto de la obra Miss Ponferrada 1933 , donde Fabularia recupera la figura de Francisca Prieto Blanco, una mujer que había ganado un concurso de belleza, que viniendo de una familia de derechas se había casado con un sindicalista que moriría durante la guerra; una mujer encarcelada entre los muros de lo que el tiempo ha acabado por transformar en un espacio para la cultura y para la memoria.

Después llegó el momento de mostrar la estela en acero oxidado elaborada por Amancio González. Y lo hizo acompañado por el alcalde de Ponferrada, Olegario Ramón, emocionado como pocas veces porque su abuelo, Julio Ramón Álvarez —«un minero casi analfabeto que el régimen franquista tildó de requisador del ganado para el Comité Rojo», contó— estuvo condenado a muerte y, tras comutarle la pena y salir de la cárcel enfermo, murió en casa de tuberculosis. Y peor, relató el regidor mientras se le quebraba la voz, le había ido a su tío abuelo Germán Ramón, «alcalde republicano de Peranzanes, quien, sin ni siquiera un juicio sumarísimo, fue asesinado a las afueras del pueblo de Trascastro».

La estela de Amancio, que representa los últimos pasos de los condenados, empezó a dejar huella en el momento en que retiraron la manta de color vino y todos los que estábamos sentados, callados, observamos las tres figuras humanas elaboradas con filamentos de acero que caminan y se funden con el marco que las contiene. «En un obra tan especial, tan diferente y emotiva, la única fuente de inspiración es la empatía», explicó el escultor, que se puso en el lugar de todas aquellas personas a las que bandas de «matones» armados sacaban de sus casas «con total impunidad y los subían a una camioneta». Por eso habrá una segunda Estela de los Condenados en las cunetas del Montearenas,

Olegario Ramón se reconoció, por lo demás, «entristecido por las ausencias» en un acto como el de ayer. Sin citarlos, se refería el alcalde a los concejales del PP y de Ciudadanos. Un acto cosido con el fragmento de la obra de Fabularia Teatro, que en la voz del cantante Juan Manuel Sabugo (Sabu) y la letra de la canción que Chicho Sánchez Ferlosio hizo popular durante la Transición, recuperó además la metáfora de la pelea de gallos; Gallo negro, te lo advierto, no se rinde un gallo rojo más que cuando está ya muerto , dice una estrofa.

Y ahora sí, se sienten, por favor, y guarden silencio cuando tengan delante los últimos pasos de los condenados en la antigua cárcel de la calle del Reloj.

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