Diario de León

MEDIO NATURAL

El estramonio y la cicuta colonizan las tierras abandonadas en el Bierzo

Estas plantas tóxicas siempre han estado presentes, pero se han multiplicado en los últimos años

La cicuta alcalza entre uno y tres metros de altura, sus flores son blancas y su tallo hueco y verdoso con manchas rojizas. L. DE LA MATA

La cicuta alcalza entre uno y tres metros de altura, sus flores son blancas y su tallo hueco y verdoso con manchas rojizas. L. DE LA MATA

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MARÍA CARRO | PONFERRADA
Ponferrada

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El Bierzo es una comarca agrícola, pero en torno al cuarenta por ciento de las tierras de cultivo están abandonadas. Pese al repunte del sector primario y al trabajo de recuperación promovido por el Banco de Tierras del Consejo Comarcal, queda mucho que hacer para contrarrestar tanto el abandono como sus efectos secundarios. Los incendios y la proliferación de plagas, como la de los conejos, son algunas de las consecuencias directas que ya han hecho estragos en el Bierzo; pero hay más, más silenciosas y disimuladas, pero ciertas. Entre ellas, la excesiva presencia de dos plantas altamente tóxicas: el estramonio y la cicuta. Dos herbáceas que campan a sus anchas en terrenos removidos que antes se araban para sembrar y que ahora viven un eterno barbecho.

Su presencia no es insólita. La cicuta y el estramonio siempre han convivido con otras plantas y cultivos, pero en los últimos años, se han extendido considerablemente, tomando espacios de los que antes se arrancaban las ‘malas hierbas’ y que ahora son el nido perfecto por los componentes del suelo. El problema radica en que son unas perfectas desconocidas para el grueso de la población, que permanece ajena a los peligros que conllevan ante una ingesta accidental o, dado el caso, voluntaria. No es ningún secreto la tendencia que existe del uso, sobre todo del estramonio, como droga. No en vano, es un alucinógeno y el alcaloide que lo hace tóxico, la escopolamina, lo tiene también la famosa burundanga.

Retirado de la docencia y aficionado a la botánica, Ángel García tiene varias tierras en los municipios de Carracedelo y Camponaraya y ha comprobado en primera persona como el estramonio y la cicuta han ido ganando terreno en las tierras en poula que rodean a las suyas. «Al ser pequeñas y poco pesadas, las semillas se extienden con facilidad por el aire. Toda la vida ha habido cicuta y estramonio, pero ahora hay mucho más y muy cerca de la gente que no las conoce», explica, incidiendo en su alta toxicidad y en la semejanza con otras plantas inocuas.

«La flor de la cicuta se puede confundir con la zanahoria silvestre y las hojas con el perejil», asegura.

No obstante, su simple presencia no causa daño ni a los cultivos colindantes ni a los animales. En este último caso porque su sentido ya les advierte de que estas plantas no son comestibles. Bien es verdad que, como con los humanos, se pueden producir accidentes. De hecho, hace unos meses, ganaderos del concejo asturiano de Aller detectaron estramonio y cicuta entre los pastizales y alertaron del peligro que pueden suponer para las reses, según publicó el periódico La Nueva España.

Solo la ingesta directa puede llevar a problemas. El propio Ángel García cuenta que experimentó ciertos efectos la primera vez que cortó varias plantas de cicuta que rodeaban sus tierras. Dolores de cabeza y ciertas alucinaciones, explica.

En todo caso, el grado de toxicidad de la planta depende mucho de las circunstancias ambientales y del punto de maduración de la misma. «Sale en mayo y a principios de julio ya empieza a secarse», explica Ángel González, que apunta también que, en su caso, el estramonio está en pleno apogeo en el mes de agosto.

Ambas son plantas que «pasan de ser medicinales en cantidades bajas a ser mortales si la dosis no es la adecuada», insiste este profesor retirado que ha encontrado en el estudio de las plantas una manera de vida. De hecho, en 2011, un joven falleció en Getafe (Madrid) tras consumir estramonio como droga y, ya en el antigua Roma, la cicuta se empleaba como veneno habitual. La historia dice que el propio Sócrates murió tras beber una copa con cicuta.

Convulsiones, alucinaciones, delirios, agitación, amnesia o agresividad son síntomas asociados al consumo de estramonio; mientras que la cicuta tiene propiedades calmantes y puede llegar a paralizar el sistema nervioso. En todo caso, no hay que asustarse, únicamente ser precavido, según explica la profesora del Campus de Ponferrada Carmen Lence, experta en biología y botánica. También el director técnico de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Pimiento Asado del Bierzo y apoyo del Banco de Tierras, Roberto Fuertes, rebaja cualquier alarma. Asegura que el estramonio siempre ha convivido con los cultivos de pimiento sin que haya supuesto perjuicio alguno. El único riesgo lo marca la ingesta.

Lo que sí quiso apuntar Roberto Fuertes, aprovechando la relación, es la proliferación de otra planta poco deseable, la cuscuta. Se trata de una planta parásita que se abraza a la del pimiento y le quita los nutrientes, por lo que frena su desarrollo. En todo caso, únicamente afecta a los semilleros, no la ha visto en el campo. «Hay que tener mucho cuidado de no llevar a la parcela, porque entonces sí tendríamos un problema», explica.

«No hay ninguna planta ni buena ni mala, si están ahí es por alguna razón que a la naturaleza le viene bien. Que hayan sido calificadas como tóxicas, porque tienen algún efecto nocivo en las personas, no significa que tengan que ser absolutamente peligrosas. Hay que tener cuidado con ellas igual que hay que tenerlo con otras muchas de las que la gente ni siquiera sabe sus nombres», asegura el catedrático de Ecología de la Universidad de León, Estanislao Luis Calabuig. «Nada es venenoso o beneficioso. Todo depende de la dosis de que se disponga», añade, reconociendo, eso sí, que es importante hacer una función de formación e información para que la gente sepa distinguirlas.

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