Diario de León

Muñoz niega haber maltratado a su exmujer y ella relata un infierno de agresiones a su lado

La primera sesión en la Audiencia sienta frente al tribunal al acusado y a la presunta víctima durante casi siete horas

Pedro Muñoz, durante su declaración ante el juez. RAMIRO

Juicio contra Pedro Muñoz en la Audiencia Provincial. RAMIRO

Ponferrada

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A las 09.50, con 40 minutos de retraso sobre la hora de inicio prevista, comenzó en la Audiencia Provincial de León el juicio contra el exconcejal de Ponferrada Pedro Muñoz, acusado de intentar matar a su entonces esposa, Raquel Díaz, tirándola desde la terraza de la vivienda de Toreno en la que habían convivido durante la pandemia. Fue el 27 de mayo de 2020, hace más de tres años y medio. En las casi siete horas que duraron las declaraciones de él, primero, y ella después; la relación de cuatro años que ambos mantuvieron entre 2016 y 2020 quedó expuesta. Los dos recordaron lo vivido hasta ese fatídico día en el que ella estuvo a punto de morir.

Dos versiones, eso sí, muy diferentes. Él asegura que nunca la maltrató y que, aquella noche de mayo, se la encontró tirada en el suelo en medio de un charco de sangre junto al pozo de la vivienda. Ella, que el maltrato fue continuado desde el inicio de la relación hasta querer acabar con su vida lanzándola desde la terraza y tratando de rematarla después con un palo, además de dispararle con una pistola de perdigones.

«Yo a mi esposa no le puse nunca la mano encima», afirmó tajante el acusado, negando también que la insultara con asiduidad llamándola «zorra» y «puta», aunque algunas grabaciones realizadas por la propia Díaz y escuchadas en la sala así lo demostraron. «Te mato hija de puta, te mato. ¿Es lo que quieres, que te mate? ¿Qué te he hecho yo? Dímelo, dímelo. Sigue gritando, grita, grita, grita más zorra, abusona». Estas son algunas de las palabras del propio Muñoz reproducidas ante el juez. Se produjeron en un contexto de violencia tras una discusión en la que él intentó inmovilizarla a ella, según argumentó, para tratar de tranquilizarla. Díaz, en cambio, relata que la agarró fuertemente por el cuello, «como hacía de costumbre», hasta el punto de casi no dejarla respirar. «Ese día terminó con una violación», declaró la presunta víctima que, en medio de su desesperación, llegó a pedirle que la matara.

«¡No te acabas de enterar de que la única manera que vas a tener de librarte de mí es muerta!». Esto es lo que Pedro Muñoz le gritó a Raquel Díaz minutos antes de «lanzarme por la terraza», según el relato de ella, que explica que se encontraba en una de las habitaciones de la casa de Toreno haciendo las maletas y recogiendo sus cosas para poner fin a la relación. «Cuando me vio se puso como un energúmeno, se cabreó muchísimo. Me agarró del cuello, me arrastró hasta la terraza y, a la altura de la barandilla, me levantó y yo me agarré como pude a su brazo para que no me soltara; pero me lanzó contra el pozo y allí me quedé rota. No me podía mover, me partió en tres la columna y vino con el palo a rematarme», relató Díaz, que aseguró que, tras impactar contra el suelo y «aunque ya estaba en un estado mental muy debilitado, escuché cómo me preguntaba si seguía viva».

«Salió de la casa y oí como me llamaba zorra, hija de puta y preguntaba ¿te has muerto ya?», siguió recordando la exesposa de Muñoz, separada de él por un biombo porque así lo solicitó. Raquel Díaz aseguró que el fuerte golpe de la cabeza no fue por el impacto contra el suelo, sino que se lo propinó su exmarido con ese palo «del estilo de un bate de béisbol». «Me tomó el pulso y como seguía viva, me arreó en la cabeza y en los brazos y en las piernas y en las costillas. Después, me arrastró cogiéndome por las piernas hacia la galería, mi cabeza golpeaba las escaleras, y me tumbó en el suelo con un cojín en la cabeza», siguió relatando la presunta víctima ante el juez.

La versión de Pedro Muñoz fue, lógicamente, opuesta. Él aseguró que había pasado la tarde haciendo cosas en el jardín y con sus dos perros y que ella estaba dentro de la casa trabajando. «Ese día no tuvimos ninguna discusión», dijo para después describir la escena: «Llamé a Raquel y no me respondía, por lo que salí fuera. Estaba todo muy oscuro. Se me cruzó uno de los perros entre las piernas y al ir a quitarlo, me encontré a Raquel allí extendida junto al pozo. Olía a sangre y uno de los perros la estaba lamiendo. Di la luz de la galería y vi que Raquel no movía los brazos ni las piernas tampoco, así que la intenté coger por la cadera para no hacerle daño en la columna y la introduje en la galería. Busqué un cojín, la coloqué de lado y llamé a Gustavo (el hombre que atiende la finca de Toreno) y al 112».

«Se ha caído mi mujer y no responde, está inconsciente», se le escucha decir al exconcejal de Ponferrada en la grabación de la llamada que realizó al 112 para pedir auxilio. «La única obsesión que tenía era que supieran donde estaba, que no se fueran a otro pueblo por error», relató en sede judicial, afirmando que en ese momento sabía que Raquel seguía con vida. «Claro, lo primero que miré es si respiraba», dijo. Una situación, la de la llamada a Emergencias, que su exesposa describió de otra manera: «Fue su hija la que por teléfono y gritando le exigió que llamara al 112 y me salvara la vida».

En su testificación, Raquel Díaz defendió la destrucción de pruebas por parte de Muñoz y puso como ejemplo la ropa que ella llevaba ese día. El acusado la describió con una «braguita de bikini» y una «camiseta cortita de tirantes». Así la encontraron los servicios de emergencia cuando llegaron al lugar, pero ella niega que se hubiera puesto eso: «Me había puesto una camiseta blanca y mallas negras y cuando me desperté en Toledo (estuvo ingresada en el Hospital Nacional de Parapléjicos) me indicaron que yo llevaba un bikini y una camiseta blanca transparente. Eso solo puede indicar que me cambió después de dispararme con la pistola de perdigones», aseguró.

Raquel Díaz también afirmó que «tanto el agresor como Gustavo rompieron las escaleras (las que daban acceso a la galería) y construyeron otras». Por la limpieza de la sangre del lugar en el que se produjeron los hechos fue preguntado el propio Muñoz y reconoció que, efectivamente, «Manoli (la esposa de Gustavo) decidió pasar una fregona al suelo, porque había un charco de sangre muy grande, pero no limpió nada más» y que «no se utilizó ningún producto de limpieza». En todo caso, asegura que «yo no estuve presente ni supe que aquello se había hecho así». También aludió a la existencia de varias toallas manchadas con sangre en la bañera como prueba de que no trataron de ocultar nada: «Cogí esas dos toallas para taponar (se toca la cabeza) y para hacerle presión», afirmó.

Lo que también trató de explicar Pedro Muñoz es por qué razón regresó a la casa de Toreno una vez que su mujer ya había ingresado en el Hospital El Bierzo. Dijo que lo hizo porque no tenían los teléfonos de Raquel para poder avisar a su familia.

El partido político

Un número importante de las preguntas que la fiscal le realizó a Pedro Muñoz se centraron en la actividad política de él, que era el presidente de Coalición por el Bierzo (CB), y de Díaz, que era la vicepresidenta y portavoz. Tanto peso tuvo el partido en su relación que ella aseguró que se casaron únicamente para conseguir dinero para la campaña electoral de 2019. «Todos los invitados tuvieron que abonar su regalo en una cuenta del partido para financiar la campaña», declaró Raquel Díaz. «Él me lo propuso y yo, como gilipollas, caí en la trampa y acepté», continuó.

Para Muñoz, en cambio, su ya exmujer era una «ignorante política» y «lastre duro» para la formación a la que ambos pertenecían y que estaba en el origen de buena parte de las discusiones. Díaz, en contra, defiende que trabajó muy duro y que se centró tanto en el partido, por exigencia de Muñoz, que acabó perdiendo a sus clientes de su despacho de abogados y entrando en una situación económica muy complicada que le hacía depender todavía más de él.

«Vivo en una falacia con un psicópata del que me he enamorado. No tengo dinero para irme y no me puedo marchar porque le debo pasta», respondió una vez Raquel Díaz a alguien de su núcleo cercano cuando fue preguntada por qué no dejaba a su marido. Esa conversación también fue reproducida ayer.

idas y venidas

Pedro Muñoz aseguró que «nunca» echó a su mujer de casa y que se iba tras algunas discusiones, pero siempre volvía. Ella dijo lo contrario. Afirmó que él le metía la ropa en bolsas de basura y la echaba y que si volvía era por miedo. «Él me amenazaba diciendo que iba a matar a mis hermanos y a mis sobrinos y, sobre todo, a mi hija y que si se me ocurría dejarlo iba a acabar conmigo. Viendo lo que me hacía a mí yo creía que era capaz y volvía», relató ante el juez, ante quien también reiteró que Muñoz le prohibió todo. «Me prohibió ir al gimnasio y al fisioterapeuta, ver a mis amigas y quedar con mi familia», dijo.

Raquel Díaz relató una vida de agresiones, coacciones, amenazas y obligaciones junto a Pedro Muñoz. Entre esas obligaciones, la firma de un escrito notarial en el que ella reconocía que no era víctima de malos tratos físicos ni psíquicos. Asegura que lo hizo obligada por su entonces marido ante «los rumores de que me maltrataba» y con un notario «amigo» de Muñoz. Él niega que estuviera detrás de esta acción: «Nunca supe que la iba a hacer ni tuve esa escritura en la mano jamás en la vida».

Quien también testificó ayer ante al juez voy la hija de Raquel Díaz, que aseguró que su madre estaba «totalmente anulada» y lamentó que siempre se echara para atrás cuando estaba a punto de denunciar a Muñoz, «por toda la presión que tenía».

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