Diario de León

Descubrimiento

Aparecen los dragones que Gaudí camufló en Botines

Descubren decenas de cabezas de estos reptiles en las cuatro torres El museo reabre el jueves con nuevas salas dedicadas a desvelar la simbología del edificio

León

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Fue un descubrimiento casual. Noemí Martínez Murciego, directora del Museo de Botines, revisaba días antes de la pandemia las ventanas para averiguar los daños que ha sufrido la carpintería exterior desde que se reformó el edificio en 1994. Las de la última planta apenas permiten asomar la cabeza, así que sacó el móvil e hizo varias fotografías. Se quedó atónita. En el interior de las agujas que rematan las cuatro torres del inmueble Gaudí camufló su animal fetiche: decenas de cabezas de dragón. Son de madera y tienen la boca semiabierta.

Nadie había reparado en ellos, porque desde la calle son prácticamente imperceptibles y solo se aprecian con un teleobjetivo. «Los hizo para él mismo. Gaudí construía edificios útiles, pero introducía en ellos un complejo programa simbólico», afirma la directora del museo.

Reconstrucción de una de las maquetas ‘polifuniculares’ que inventó Gaudí. MARCIANO PÉREZ

Este hallazgo refuerza las tesis del historiador César García Álvarez de que Botines es un gran dragón dormido. El museo ha decidido cambiar su logotipo por un dibujo de San Jorge clavando su espada en el reptil, como la estatua que adorna la entrada. La idea es difundir que Gaudí diseñó el edificio de León como ‘La casa del dragón’. El genial arquitecto catalán usaría este animal mitológico en otros edificios, pero ninguno es íntegramente un dragón como Botines: la verja de hierro que rodea el inmueble son las garras; el tejado, las escamas del erizado espinazo; la puerta principal, una gran boca monstruosa...

«Es el primer edificio en el que Gaudí fusionó simbólicamente una arquitectura y un animal fantástico, un antecedente de lo que haría años después en la Casa Batlló y en el Park Güell», explica García Álvarez en uno de los paneles de la nueva sala que se inaugurará el jueves, coincidiendo con la reapertura del museo, tras cuatro meses cerrado por el coronavirus.

Tras las pisadas del dragón

En la segunda planta, donde se recrean las viviendas originales del edificio, así como la consulta de un dentista, hay nuevas salas que, bajo el título El sueño de la arquitectura, desvelan las claves de Botines. Unas estancias que se recorren siguiendo las huellas de tres dedos marcadas en el suelo por un dragón. En ellas se explican cómo el cristianismo, la geometría, los dragones, la naturaleza o la vuelta al origen están en la esencia de la obra de Gaudí.

Una de las piezas más sorprendentes es una maqueta ‘polifunicular’, recreación de las que utilizaba Gaudí para estudiar las estructuras de los edificios que construía. Fue una invención del genio catalán. Mediante hilos flexibles calculaba los pesos y cargas con saquitos llenos de perdigones. Al colocar debajo un espejo veía la maqueta real del edificio. En las salas también hay mobiliario original diseñado por Gaudí, como un espejo y sillas que proceden de las casas Calvet y Batlló.

Nueva entrada, con torno, al Museo Botines. MARCIANO PÉREZ

Otra de las salas de El sueño de la arquitectura proyectará un documental de doce minutos sobre la construcción de Botines, a cargo de los profesores de historia César García Álvarez y Jorge Martínez Montero, el arquitecto Félix Compadre, que llevó a cabo la gran restauración del edificio de Gaudí en los 90, y el escultor Ajenjo.

En otro espacio se explican, además del Palacio Episcopal de Astorga, todos los monumentos de Gaudí que son Patrimonio de la Humanidad.

El cielo de Botines

Nada es casual en sus proyectos. Una de las salas que estrena la Casa Botines recrea la cúpula celeste el día de San Jorge, 23 abril, con las constelaciones de la Hydra (serpiente), Leo minor (el León menor), Ophiucus (cazador de serpientes) o Draco (el dragón). Gaudí dibujó la constelación en los planos que envió desde Barcelona en diciembre de 1891. El día de San Jorge Botines se transforma en un observatorio astronómico desde el que contemplar a Perseus, que venció al dragón, y Lacerta, el lagarto que sirvió de modelo para la escultura de la fachada principal de Botines, cuya planta trapezoidal coincide con las de la Osa Mayor, la Osa Menor y Draco.

La pandemia

Antoni Gaudí tenía 66 años cuando la llamada gripe española dejó un reguero de 50 millones de muertos, 180.000 en este país, que por entonces tenía 20 millones de habitantes. Tras cuatro meses cerrado por una nueva pandemia, la del Covid-19, su museo reabrirá el 2 de julio.

Además de las consabidas medidas de higiene y distanciamiento, Botines ha instalado un torno en la entrada principal que permitirá controlar el aforo, así como cámaras térmicas, para medir la temperatura corporal de los visitantes. Las entradas se venderán por internet con franjas horarias. No habrá más de diez personas por sala.

Paneles con las claves del edificio Botines. MARCIANO PÉREZ

Martínez Murciego estima que el parón, coincidiendo con la Semana Santa, temporada alta de la ciudad, ha supuesto para el museo dejar de ingresar unos 320.000 euros, teniendo en cuenta que la media de visitantes es de 10.000 al mes y que el precio de la entrada es de 8 euros.

El museo prepara un plan para arreglar la carpintería más deteriorada del edificio, en cuya revisión la directora del museo localizó los pequeños dragones que Gaudí escondió bajo los tejadillos de los cuatro torreones.

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