Diario de León

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Los ‘bolos’ leoneses de los gladiadores romanos

La temporada de gladiadores, también tenía parada en León. El anfiteatro del campamento romano acogió numerosos juegos de estos guerreros, que hacían circuitos por todas las provincias del Imperio...

León

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«Había rutas; hoy podríamos decir que se iban de gira. Eran circuitos por diferentes ciudades del imperio. Sabemos, por ejemplo, que había una en la Bética porque esta provincia atesoraba numerosos anfiteatros, con lo cual tendría que existir un circuito del norte, que englobaría, al menos Legio y Braga». Ángel Morillo, catedrático de Arqueología romana de la Universidad Complutense de Madrid, explica que el anfiteatro romano de León —cuyos restos pueden verse en la calle Cascalerías— acogieron numerosos tipos de juegos (ludi), como los enfrentamientos y oficios de armas de gladiadores y las venationis. Estas últimas eran luchas entre animales o espectáculos de caza y se sabe que la arena de la Legio VII y la de Asturica Augusta recibieron la sangre de las bestias porque en las catas realizadas en Botines se descubrió la tibia de un oso y Astorga exhumó huesos de dos dromedarios.

La muerte de los gladiadores no era la finalidad de los juegos. Al contrario, un cierre con muerte no resultaba rentable y lo que los propios guerreros trataban de conseguir durante la lucha no era sólo salir con vida sino lograr que lo hicieran sus compañeros de este oficio de armas.

El anfiteatro romano de León se descubrió en el año 2005, si bien parte de sus restos ya se habían destapado sin que nadie pudiera interpretar. Fue el arqueólogo municipal, Victoriano García Marcos, el primero que vislumbró que aquellos sillares formaban parte de una estructura semejante a la de un coliseo. Los estudios posteriores le dieron la razón. La estructura tuvo varias fases constructivas y comenzó a construirse en el siglo I, prolongándose durante algo más de un siglo. Fue en el II d.C cuando se construyó un segundo muro con el fin de sostener la estructura, que tendría problemas de estabilidad.

Venationis
El anfiteatro de la Legio acogió también juegos con animales como demuestra el hallazgo de una tibia de oso

Dos años después, los análisis revelaron que este edificio —que se encuentra extramuros— tuvo unas dimensiones inéditas para un campamento militar. Su superficie alcanzaba los tres mil metros cuadrados y era más grande que la actual plaza Mayor y quince alturas de graderío, con lo que pudo haber tenido capacidad para no menos de cinco o seis mil espectadores. No era, por lo tanto, un anfiteatro menor.

De hecho, en 2013 Ángel Morillo descubrió la puerta de gladiadores, extremo que demuestra que fue una estructura ornamentada. Se trata de un fuste procedente de la calle Don Gutierre número 4-10, un gran tambor estriado perteneciente a una columna o pilastra adosada. El arqueólogo considera que la posición topográfica, coincidente desde el punto de vista espacial con una de las puertas principales del anfiteatro castrense, podría apuntar posibles pistas sobre su interpretación como parte de la entrada con arco de acceso monumentalizado de dicha construcción.

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