Diario de León

El templo gótico se deshace

En busca de una armadura química para la Catedral

Un equipo de quince investigadores que lidera la leonesa María Fernández Raga, del departamento de Química y Física Aplicadas de la Universidad de León, trabaja en un tratamiento con un derivado del grafeno para reforzar la resistencia de la piedra de la Catedral.

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Un equipo de investigadores trabaja en un recubrimiento para salvar la Catedral de León. «El deterioro de la piedra es irreversible», anunció hace años el arquitecto conservador del templo gótico, Mariano Díez Sáenz de Miera. Pero María Fernández Raga, profesora del departamento de Química y Física Aplicadas de la Universidad de León, no se resigna.

Desde 2017 explora un derivado del grafeno, una capa de carbono muy ligera —más resistente que el acero— y que infiere a la piedra propiedades de resistencia. Es «el amor a la Catedral», dice, lo que ha movido este proyecto, en el que trabajan quince investigadores, tres de la Universidad de Valladolid, uno del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y, el resto, de la Universidad de León. Son arquitectos expertos en patologías de la piedra, geólogos, físicos, químicos e ingenieros de materiales.

Tienen una patente internacional sobre un recubrimiento protector, una suerte de ‘armadura’, que están desarrollando para ‘blindar’ los monumentos. De momento, explica Fernández Raga, están en la primera fase, como «las vacunas». Su proyecto solo dispone de 12.000 euros de presupuesto, que financia la Fundación General de la ULE y de la Empresa (Fgulem). Una cuantía que apenas llega para comprar material. Todo el equipo trabaja a tiempo parcial. No hay dinero para ofrecer becas a tiempo completo. Están a la espera de una subvención que han solicitado al ministerio. «Pedimos todas las ayudas factibles».

El equipo

También diseñan una herramienta para detectar las restauraciones urgentes

Sin embargo, los resultados son más que esperanzadores. Ya han probado las ‘virtudes’ de un derivado del grafeno con piedras de la misma cantera que abasteció a la Catedral de León. Con ellas realizan pruebas de simulación, tanto de lluvia como de cambios térmicos bruscos. Los ensayos permiten comprobar el estrés que sufrirá la piedra en 20 años. Ahora quieren verificar cuánto durará la protección de grafeno. «Aún desconocemos el límite temporal».

Paralelamente, están desarrollando una herramienta tecnológica que permite detectar las actuaciones más urgentes que precisa un monumento. Un instrumento que será muy útil para que los gestores del Patrimonio den prioridad a algunas restauraciones.

Sus investigaciones ya han despertado el interés de Decolesa, la empresa más potente en el ámbito de rehabilitación de monumentos de la provincia leonesa. En breve pedirán al Cabildo ‘muestras’ de la Catedral, que se guardan en las mismas dependencias que todo un muestrario de cristales de las vidrieras. Quieren probar si estas «piedras patrimoniales» responden igual que las calizas con las que han experimentado hasta la fecha.

La investigadora leonesa María Fernández Raga, con la Catedral de fondo . DL

Fernández Raga es consciente de que su ‘tratamiento’ puede levantar recelos, después de que algunos ‘revestimientos’, como el que se aplicó a San Marcos —antes de la última restauración— resultaron muy dañinos. Asegura que el recubrimiento de grafeno es «reversible», por muchos años que dure. Además, aclara que antes «los tratamientos no se probaban en el laboratorio. Se usaban directamente en el monumento».

Su equipo también está experimentando con materiales reciclados, «pero no tienen las mismas ventajas del grafeno», que «no es contaminante del agua y se puede aplicar en condiciones de seguridad».

Sin embargo, queda aún un largo camino hasta que la Catedral y otros monumentos tengan una ‘armadura química’. Primero habrá que probar el grafeno «en edificios menos valiosos que la Catedral y demostrar que funciona». Y luego ‘impermeabilizar’ pequeñas zonas de la Pulchra. Un protocolo idéntico al que se sigue con las vacunas, que primero se prueban en ratones y hay un largo camino hasta los ensayos con humanos.

«Creo mucho en el producto, pero solo lo aplicaremos con la máxima seguridad».

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