Diario de León

ARTE SACRO 'HERIDO'

La Catedral de León crea una ‘biblioteca’ de piedras

■ El Cabildo reúne elementos ‘desprendidos’ del templo en el nuevo Taller de Vidrieras ■ Hay cornisas, gárgolas y capiteles que estaban ocultos en las termas .

Un operario sujeta una piedra que se preservaba en las termas. Al lado, otro bloque trasladado al Taller de Vidrieras. JAVIER FERNÁDEZ ZARDÓN

Un operario sujeta una piedra que se preservaba en las termas. Al lado, otro bloque trasladado al Taller de Vidrieras. JAVIER FERNÁDEZ ZARDÓN

León

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Es una auténtica ‘biblioteca’ de piedras. Las hay de época romana, románica —de la primera catedral– y góticas. Llevan siglos desperdigadas por la Catedral de León y ahora el Cabildo ha decidido ‘archivarlas’ en el nuevo Taller de Vidrieras, ubicado en la calle Dámaso Merino, en el local que durante años ocupó el programa de ocio Espabila y donde actualmente se está llevando a cabo la restauración del rosetón de la fachada principal.

Hay cornisas, vierteaguas, gárgolas, capiteles y otros elementos pétreos que constituyen el relato cronológico de la Catedral. Piedras sobrantes de antiguas rehabilitaciones y otras que se han ido desprendiendo con el paso del tiempo.

Hasta ahora estaban alojadas en la capilla del Conde Rebolledo, que durante décadas funcionó como trastero, así como en una cripta cerrada al público, ubicada a pocos metros del Museo de la Catedral, donde se preservan restos de las termas romanas sobre las que se alza el templo gótico. Piedras que pueden ser reutilizadas para futuras restauraciones y ahora, por primera vez, van a estar clasificadas.

Trabajadores transportando piedras de la Catedral. ÁLVARO CABALLERO.

La Catedral pierde piedras casi todos los días. «Hasta 150 kilos si hay una tormenta fuerte», según cálculos el administrador del templo, Mario González. De ahí que cada dos o tres meses se hagan «revisiones generales».

En 2006 una gárgola de la Catedral, con forma de cerdo y más de 50 kilos de peso, se desplomaba y daba la voz de alarma sobre el estado del edificio. Cinco días después se estrellaba la segunda, con forma de águila. En 1999 se había precipitado otra gárgola en la zona de la girola. Hace cuatro años un fragmento de la cornisa de la Torre Sur de la Catedral caía desde cincuenta metros de altura. A ellas hay que añadir la ‘desaparición’ a lo largo del tiempo de al menos otras diez. Es como si la joya gótica fuera ‘desplumándose’ año a año.

Algunos de los bloques que ahora se están trasladando al Taller de Vidrieras son pequeñas joyas talladas hace siglos por maestros canteros, como las que muestran las fotografías tomadas ayer por Javier Fernández Zardón.

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