Diario de León

Concierto para pincel y orquesta

El leonés Félix de la Concha retrata, en directo y desde dentro, a la americana Toledo Symphony Orchestra.

Arriba, De la Concha se camufla entre los músicos para llevar a cabo su obra. Debajo, vista de la proyección que se exhibía durante el concierto y dos de los retratos. Enoch Wu/Timothy Motz/Toledo Museum of Art.  (Pulse con el ratón sobre la imagen, para

Arriba, De la Concha se camufla entre los músicos para llevar a cabo su obra. Debajo, vista de la proyección que se exhibía durante el concierto y dos de los retratos. Enoch Wu/Timothy Motz/Toledo Museum of Art. (Pulse con el ratón sobre la imagen, para

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e. gancedo | león
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Así cuenta Félix de la Concha, pintor leonés residente en la ciudad de Iowa y audaz creador que ya es referencia en Estados Unidos por su mente abierta, siempre dispuesta a los retos más sugerentes, cómo surgió un proyecto que hasta ahora parece inédito: el de retratar a toda una orquesta desde dentro y en riguroso directo:

«El verano pasado estaba pintando desde una terraza de Madrid cuando recibí una llamada del director del Toledo Museum of Art, Brian Kennedy. Me habló de hacer unos retratos a la Toledo Symphony Orchestra, pero con su cerrado acento irlandés, el ruido del tráfico y la deficiente conexión, no llegué a entender muy bien lo que estaba proponiéndome. En un momento dado pensé que me pedía que pintara en medio de la orquesta, y le dije que podía probar. Fue entonces cuando, con gran sorpresa, me preguntó: ‘Félix, ¿me estás diciendo que eres capaz de pintar a los músicos o al director mientras dan el concierto?’ Le respondí que nunca lo había hecho, pero que el experimento podía resultar muy interesante...».

Y es que la sinfónica de Toledo (ciudad de Ohio, Estados Unidos) suele ofrecer sus conciertos en El Peristilo, un auditorio adyacente al Toledo Museum of Art. «Y el director del centro quería hacer algo que implicara a las dos instituciones —relata el capitalino—. Como conocía mis proyectos de retratos con conversación, que hago en sesiones únicas de dos horas, sabía que podía ajustarme a un programa que ya se había pensado en relación con la pintura: el Tríptico Botticelliano de Respighi, Matías el pintor de Hindemith y Cuadros de una exposición de Mussorgsky».

En lo que respecta a la ejecución de la obra, el artista leonés resalta que lo principal era que él mismo no fuera un obstáculo para la ejecución musical. «Fui a Toledo a conocer al director de la orquesta, Stefan Sanderling —narra— y aunque se mostró entusiasmado con el proyecto desde el principio, no me dejaba acercarme todo lo que quería. Me decía que cualquier movimiento que hubiera en las primeras líneas de violines era una gran distracción, así que ya en esos ensayos hice algunos bocetos porque, además, quería ver si el ruido de mis pinceladas podía resultarles molesto». En aquel primer acercamiento, el maestro le hizo el mejor de los cumplidos: «Ni me daba cuenta de que estabas allí pintando».

De la Concha, gran cultivador del paisaje y del retrato, reforzó sus lazos con Sanderling al retratarle y entrevistarle en su casa de Florida. «Salió de él decirme que podía hacer lo que quisiera justo detrás de la primera línea de cuerdas, ¡y durante todo el programa!», destaca el pintor, explicando que ese retrato y el que luego hizo del director del museo «se proyectaron en ambas pantallas en la presentación antes de la función y durante el descanso».

Y así, el artista practicó en todos los ensayos previos a los dos conciertos. «Antes que molestar a los músicos —cree, recordando la experiencia—, para ellos fue una suerte de entretenimiento. Y todos me acogieron con gran entusiasmo». En cuanto a las dificultades que encontró los días clave, responde De la Concha que «aparte del tiempo tan limitado, había que minimizar el ruido que pudiera generar. Tenía que controlar las pinceladas al compás de la música. Y, por supuesto, estaba la emoción del directo. Pero el gran reto era controlar los tiempos y movimientos constantes de mis modelos. Mis movimientos se podría decir que eran sempre prestissimo y alla prima ».

El público dedicó a Félix de la Concha una gran ovación al terminar cada noche. «No siempre se recibe el aplauso de tres mil personas al acabar una obra», comenta el agradecido autor. Pero además, en la presentación previa, el artista hizo referencia a su León natal, al recordar que de niño, después del colegio, iba a estudiar solfeo al conservatorio y luego de allí a clases de pintura porque los dos sitios estaban justo al lado.

Piezas de museo. La obra y los retratos se exhibirán en el Toledo Museum of Art; además, la televisión pública lo grabó todo para emitirlo en un programa. Algunos vídeos que recuerdan momentos de tan singular ‘performance’ pueden verse en www.toledomuseum.org.

Entre otras decenas de proyectos, De la Concha retrató el alma, durante dos años, de la celebérrima ‘casa de la cascada’ de Frank Lloyd Wright, y entrevistó y pintó, en señaladas series artísticas, a superviventes del Holocausto judío, a ancianos bilbaínos y a gentes de la cultura de toda España, entre los que se encontraban varios leoneses.

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