Diario de León

Los hornos secretos de San Isidoro

La reforma del museo saca a la luz una fundición medieval y restos tardorromanos

León

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El subsuelo de San Isidoro siempre ha sido uno de los grandes misterios para los arqueólogos. Las escasas excavaciones en la joya del románico han impedido averiguar qué oculta bajo los cimientos. Ahora, las obras de reforma y ampliación del museo, que prácticamente se ha ‘vaciado’ por dentro, han permitido llevar a cabo sondeos en esta zona de la colegiata.

De momento han salido a la luz dos hornos de fundición de campanas, situados en el espacio bajo la biblioteca renacentista, y de datación aún imprecisa —entre la Baja Edad Media y principios de la Moderna—, según la Fundación Montemadrid, que financia junto con el Cabildo de San Isidoro, la magna reforma del museo. «Ambas estructuras están compuestas por el foso y el molde la campana». Como rareza tipológica, muestran una chimenea en la parte posterior a la entrada de combustible, cuya función sería introducir aire caliente para el recocido del molde.

«El hallazgo y la conservación de este tipo de estructuras asociadas a la producción es relativamente infrecuente en arqueología, ya que los hornos se destruían o amortizaban una vez había concluido su función». Se da la coincidencia de que San Isidoro preserva la campana más antigua de España, conocida como la Laurentina, fundida en el año 1086, y que según algunos historiadores se usó en presencia del mismo Cid. Hay estudiosos que siempre han defendido que la Laurentina se fundió en la propia basílica para celebrar la conquista de Toledo.

En las preceptivas excavaciones del museo también han aparecido restos de estructuras romanas y medievales.

Hace siete años hubo prospecciones en el atrio de San Isidoro. Pese a las limitaciones impuestas por la Junta, que apenas permitió profundizar 80 centímetros, salieron a la luz una veintena de esqueletos y dos sarcófagos, lo que prueba que en algún momento de la historia, probablemente en época medieval, existió a los pies de la basílica un cementerio. Sin embargo, las prospecciones no localizaron ningún resto del palacio real que tuvo su sede en San Isidoro en el siglo XI ni de un primitivo templo romano dedicado al dios Mercurio.

Tres años antes se había hecho un ‘barrido’ de la colegiata con georradar, que permitió localizar la capilla de Juan Caballero, derribada a principios del siglo XX por el arquitecto Torbado, porque restaba visibilidad a San Isidoro.

El profesor de la Universidad de Pittsburgh John Williams fue la primera persona en realizar excavaciones científicas en la Basílica de San Isidoro. Fue en los primeros años de la década de los setenta. Williams concluyó que el templo fue iniciado por la reina Urraca como una simple basílica de tres naves, si bien más tarde se le añadió el transepto, siguiendo el modelo de la catedral de Santiago de Compostela.

El arquitecto Juan Pablo Rodríguez Frade ha diseñado un ambicioso proyecto que triplicará el espacio expositivo del Museo de San Isidoro, de los 1.200 metros cuadrados a los 3.200.

Los trabajos de ampliación, que comenzaron en abril y cambiarán la fisonomía interior de la colegiata, rozan el millón de euros. La reorganización del museo permitirá dar sentido al espectacular tesoro de San Isidoro, una colección que se remonta a los reyes Fernando I y Sancha; patrimonio que enriqueció su hija Doña Urraca. La colegiata alberga desde piezas arqueológicas de época romana a una impresionante colección de ternos renacentistas, de plata hispana y americana, así como el icónico cáliz de Doña Urraca, el gallo de la veleta o las arquetas y relicarios, sin olvidar la Biblioteca Renacentista, con cientos de códices.

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