José de León en versión china

A José de León le falta visitar el infierno. El artista leonés esconde sus temores, sus visiones espirituales, en inmensas telas llenas de color en las que se pierden los pequeños detalles, esos que nos hablan de profetas, de semidioses, de diablos, de seres mitológicos, que renacen en la fértil mente del pintor.

En la obra de José de León hay que leer con atención la letra pequeña, esos detalles nimios que parecen simples pinceladas en un abigarrado escenario de color. Pero que no, que van mucho más allá, que son la auténtica esencia de sus obras.

Confucio, Jesús, Buda… y todos los profetas y todos los diablos se esconden entre los cuadrados bastidores de sus cuadros. El pintor relata historias, pequeñas historias que nacen en lo más profundo y que son fiel reflejo de los temores, de las dudas, de las creencias del artista.

José de León es un persona enormemente expresiva, engañosamente abierta. El artista pretende llegar a todo el mundo con su expansiva personalidad. Lo mismo podríamos pensar que sucede con sus telas, aparentemente sencillas, pero pletóricas de significados ocultos.

Aunque por encima de cualquier mensaje más o menos escondido está la verdad pictórica del artista. Sin duda la exposición que podemos admirar en el Museo de León, nos muestra a pintor maduro, que más allá de la anécdota de sus viajes, que por encima de los numerosos mensajes que esconden sus obras, se muestra como una grande la pintura española, de la pintura de verdad, sin mistificaciones, con toda la potente belleza de los clásicos.