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Literatura

Los primeros libros de autores eternos

‘Sublevación inmóvil’, de Antonio Gamoneda, y ‘La lentitud de los bueyes’, de Julio Llamazares, celebran 60 y 40 años

León

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Si Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) es una abrumadora experiencia con una lectura que tatúa versos ( El óxido se posó en mi lengua como el sabor de una desaparición , de Descripción de la mentira podría ser un ejemplo; Julio llamazares (Vegamián, 1956) no se le queda a la zaga, con títulos que son una interpelación, La lentitud de los bueyes , y que en ambos casos el lector sin fronteras que les conoce hace que mire a León para saber qué pasa. Y resulta que ha habido años dorados en la literatura leonesa, pero coincide este 2020, el año que se paró todo, que Gamoneda y Llamazares, seguro que no madridistas, podrían aceptar la categoría de galácticos de la escritura, por esa celebridad y fama tan difícil de conseguir en un sector como la cultura y un subsector como la literatura en la que no precisamente se regala nada.

Pero que Sublevación inmóvil y La lentitud de los bueyes, sus primeros poemarios, cumplan 60 y 40 años, respectivamente, y que suenen así de vigentes, con la potencia de los títulos eternos no hace sino corroborar que esa incógnita de qué pasa en León aunque nunca se resuelva como duda es una pista a seguir.

Sublevación inmóvil figura además como el primer poemario del premio Cervantes leonés, y que abre paso a una descomunal trayectoria, en ese poeta que pasea por las calles de León con el anonimato como norma aunque todo el mundo le conoce, pero que, por ejemplo en Madrid, solo con pronunciar su nombre en cualquier mentidero cultural la expectación se torna en máxima.

Celebrar el tiempo
Se da la circunstancia de que los dos autores cumplen fechas redondas de sus primeros poemarios

Con posterioridad, en la obra de Gamoneda llega Blues castellano , El libro del frío ... toda una secuencia de títulos que provocan esa recomendación del cuál es el mejor (generalmente recomiendan sin pedirlo el que no se está leyendo...) y que hacen que si hasta poco antes de 2000 se hable de un escritor de culto, rompa todas las fronteras y comience a ser un nombre de éxito de las letras, aunque a él esta consideración le cause tanta satisfacción como estupefacción.

En el caso de Julio Llamazares, 1980 supone su irrupción con un libro de poemas que conmociona a muchos lectores y sobre todo a la intelectualidad que surge en esos años de movimiento cultural e ideológico. La lluvia amarilla no hace sino demostrar y confirmar el talento de un autor que ya aparenta llegar para quedarse y que lo demuestra con otros títulos que en pleno 2020 se constituyen en fundamentales.

Lo que ocurre es que si se sigue la pista de ambos autores, los años y los títulos marcan el tiempo de la existencia incluso de sus lectores. El río del olvido tiene treinta excelentes años que confirman el músculo literario del autor, así como nombres más recientes como Distintas formas de mirar el agua , o sus magníficos, ya casi tomos, sobre las catedrales ( Las rosas de piedra y Las rosas del Sur ), en donde corrobora su maestría como autor de libros de viajes.

Y como no es cuestión de estar de cumpleaños todo el tiempo, Arden las pérdidas , de 2003, de Gamoneda, tiene la misma potencia para ser mencionado. Así como por supuesto lo que esté por venir y sirva para celebrar a dos autores fundamentales.

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