Diario de León

El sobrino del Che Guevara dedica un relato a León

El escritor afincado en la capital leonesa publica ‘La paz de los gorriones’

Martín Guevara publica ‘La paz de los gorriones’. DL

Martín Guevara publica ‘La paz de los gorriones’. DL

León

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El Che Guevara le vio cuando tenía cuatro días de vida, por lo que Martín Guevara, su sobrino, un argentino leonés por voluntad, ni le vio. Pero hay familiaridades que no se borran nunca. Y lo tiene difícil Martín Guevara aunque venga aquí a hablar de su libro. Lo hará. Título: La paz de los gorriones . Con uno de los capítulos titulado Bernesga . «Es mi cariño hacia todo lo que me ha dado León», asegura.

Presenta este libro el 22 de junio en la Fundación Sierra Pambley a las 20.00 horas con la participación de Ana Ibis Sánchez y Pedro García Trapiello.

Martín Guevara llegó a León por cuestiones laborales. Le trasladaron a la zona norte y entre Asturias y la provincia leonesa eligió estas tierras como un término medio. Se enamoró de León y vendió su piso en Madrid y así han pasado 26 años de los 60 que tiene quien luego se reconvirtió en escritor: «Vivo con menos dinero que con mi trabajo anterior pero soy mucho más feliz», explica.

Y feliz se siente con este libro, La paz de los gorriones , que ya de primeras dadas tiene un juego medio leonés, ese ámbito que ahora es su casa, y medio universal, que es lo que explica su vida. Porque en ella hay exilio, devenir, cierta aventura y la decisión de forjar su propia personalidad. Juega con ella y le sale una definición llena de ingenio: «En Argentina aprendí a gatear, a caminar. En Cuba a bailar y amar. En España, la verdad de la vida, trabajar, pagar facturas».

Los gorriones que forman parte del título, pese a ser un ave tan identificador de la provincia leonesa, vienen al caso de una historia global en la que hay ese citado homenaje a León pero también a todos los mundos de Martín Guevara. De hecho, afirma: «Para comprender el sentido y la trascendencia que representa este tierno ave común en todos los campos semánticos, hay que partir de la metáfora del título: La paz de los gorriones . ¿Es un símbolo moral? ¿O una dirección por los marineros?». Y se trata de descubrirlo en el entramado de esta novela donde unas historias se entrelazan en una sucesión de reflexiones. No obstante, la propia dimensión de los capítulos así como su intención lleva a ofrecer esa condición de relatos encadenados.

Así, «en un largo viaje mental y geográfico, atravesando varios continentes, el autor viaja con el lector a Italia, Cuba, México, Argentina, Japón, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra. Un libro de culto donde el arte, la música, la literatura casi parecen querer sugerir una respuesta a esta metáfora», reza la explicación inicial de este libro que permite al ser parte del viaje y los sentimientos que quiere lanzar Martín Guevara.

Y él mismo destaca, casi como una decisión estratégica, que necesitaba sumergirse en el ámbito libre de la literatura por la literatura.

Pero su amabilidad permite una incursión en aquel universo del pasado que constituye su tío Che Guevara, hermano de su padre. Aunque rápidamente deja claro que del Che al Bernesga, por ejemplo, no hay historia ni que exista ni que inventar que conecte al argentino con León, ni por vía de Durruti.

Habla casi más de leídas y de saber, y de escritos por él mismo, que de una memoria familiar acerca del mito, que por otra parte murió a los 39 años, por lo que fue una historia fulgurante que tuvo más historia después de muerto que de vivo. Un caso así típico de la leyenda que devora a la persona. Por eso, si Martín Guevara dice que «mi tío, pese a no haber llegado a los 40 años, y toda esa vida revolucionaria, era un gran amante de la cultura, de la música, de la literatura, y había leído mucho», dice.

Con Ediciones del Lobo Sapiens, Martín Guevara ha publicado lo que podría ser un testimonio vital y de época. Títulos como Triángulo Guevara o Los niños del Habana libre corroboran esa labor documental aunque en su caso la literatura siempre se haya colado por la rendija de la creatividad como forma de contar.

Por eso, ahora se puede decir que en plena madurez León es para Martín Guevara todo un campo de sugerencias de historias que irá contando y sobre las que conviene saber su opinión. Por su puesto, desde la óptica de quien viajó. Y deja buenas pistas: «Para alguien de mi generación, por ejemplo argentino como yo, que haya viajado a León y salga del hotel y se vaya a dar un paseo todo lo que ve es un regalo para la vista, lleno de historia. Si la nuestra tiene 500 años y la vuestra es de siglos», narra, y ese acento seductor argentino se convierte en arma rotunda aunque sea para hablar bien de León. Pero, por otro lado, Guevara advierte que también «hay quien tiene como una vanidad o veleidad de alta clase como si proviniera de León. A mi me interesa el León de los oficios, las profesiones, de una gran riqueza. Mucho más que la de los reyes. Y luego está ese leonés que se maltrata porque dice que todo lo malo o pasa aquí o está aquí. Y no es cierto», asegura.

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