Diario de León

El valle que no tuvo quien lo retratase

Las imágenes de los pueblos de la comarca de Luna y de la construcción de su embalse son realmente raras a pesar de la espectacularidad de los trabajos: el Club Xeitu ha conseguido reunir unas dos docenas .

El muro del embalse, durante su construcción.

El muro del embalse, durante su construcción.

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e. gancedo | león
León

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Resulta necesario —y cada año que pasa, más— hacer constar, repetir de nuevo, los nombres y apellidos de los pueblos que perecieron bajo aguas represadas, porque de muchos sólo queda eso, el apelativo y la memoria, e incluso todos esos topónimos sin asiento físico corren muy grave riesgo de enfilar el camino del olvido. En el caso del valle del río Luna, de cuyo cierre hará sesenta años el próximo 2016 y que fue el pantano que más unidades de población engulló en la provincia, desaparecieron por completo, en sentido Sur-Norte, el molino o venta de Truva, la venta de la Canela (anejo de Mirantes), Miñera, Casasola (anejo de Miñera), Cosera, El Molinón (molino, sierra, vivienda y otras dependencias perteneciente a Miñera), San Pedro, Oblanca, Campo, Lagüelles, Arévalo y Láncara (de hecho, el actual ayuntamiento de Sena de Luna corresponde mayoritariamente al aniquilado de Láncara). Y resultaron seriamente afectados, al perder sus mejores terrenos, Mirantes, Santa Eulalia de las Manzanas, Mallo y la Vega de Robledo.

El más antiguo de los grandes pantanos construidos en León, una tierra especialmente fija en el punto de mira de los ingenieros hidráulicos, fue oficialmente inaugurado el 24 de septiembre de 1956, esto es, durante el franquismo más triunfante, y por censura férrea y escasos posibles de la época, las fotografías disponibles de la llegada del agua a las casas no son en absoluto abundantes. «No hay muchas y son muy repetitivas», confirma Víctor del Reguero, del Club Xeitu, una sociedad cultural con sede en Villablino dedicada al estudio y difusión del patrimonio y la cultura de la Montaña Occidental leonesa y cuyo excelente archivo fotográfico lleva reunidas «unas 40.000 imágenes, un número que sigue aumentado, y dos docenas de ellas se refieren a Luna. La verdad es que no hemos trabajado mucho esa zona... ni nosotros ni nadie», objeta Del Reguero.

Algunas de las que ilustran este artículo proceden precisamente de ese archivo, y otras fueron incluidas en el libro La comarca y el embalse del río Luna , de Antonio Fernández, publicado en 2004. Aparte de las no demasiadas que constan en poder de las instituciones provinciales y de las que pudo recopilar el gran proyecto editorial del Diario El siglo de León , el resto duermen en hogares y álbumes familiares a la espera de ser documentadas —no sería mala idea la creación de un archivo digital del patrimonio afectado por pantanos en los valles leoneses—. El musicólogo e investigador babiano Norberto Magín también ha rastreado algunas huellas del extinto patrimonio de estos pueblos, dentro del cual no hay que olvidar la rica arquitectura tradicional —en las fotos más antiguas se observan muchos tejados de cuelmos de centeno—, casas de patín, edificios religiosos populares o una oralidad que incluía mil saberes relacionados con el medio natural, milenarios romances y, lingüísticamente, un leonés muy vivo y expresivo.

«Por poner algunos ejemplos, en Miñera había un puente romano de diez arcos asentado sobre cuadros de vigas de roble, como dicen las crónicas, ‘en verde y cortadas en menguante’ —expone—. También su iglesia era un buen edificio de piedra labrada con una original escalera de caracol, interesantes retablos y objetos artísticos de valor…. Sobre el arco de la puerta de entrada constaba la fecha de 1783». Otro elemento con historia es el viaducto de Oblanca: «Antes del actual existía otro, muy parecido al acueducto de Aralla. Se cayó en 1973, sólo 17 años después de su construcción, al parecer por deficiencias en la cimentación, y un año después se construyó el hoy existente (y por cierto que el de Aralla se encuentra cerrado al público, también por problemas de estabilidad)», narra Magín. En la prensa del 27 de julio de 1974, cuando se da la noticia de que el viaducto entrará de nuevo en servicio, puede leerse que los trabajos —que costaron 70 millones de pesetas— se hicieron «de día y noche, en tres turnos, sorteando dificultades, peligros y temperaturas bajísimas de 15 grados bajo cero».

Norberto Magín también alude a ‘los castros’, la denominación que reciben las islas que sobresalen en el pantano. «El Castro de Arriba, situado en el término de Miñera, contiene con toda probabilidad restos de un castro prerromano y el castro de Abajo presenta señales de enterramientos y cuevas que pudieron estar habitadas». Y se detiene en considerar el estado del castillo de Luna en Los Barrios, al que tantas leyendas rodean y del que se decía guardaba el tesoro de los reyes de León y que estaba erizado de torres vigía. «Sólo quedan los cimientos y un trozo de lienzo, al Suroeste». Ese fragmento de muro, como detalla, «está aupado a la parte más inaccesible de la peña y se halla en bastante buen estado, mide nueve metros de alto por doce de ancho. Es lo que queda después que los Reyes Católicos ordenaran su toma y demolición, por los abusos de los condes de Luna y para poner coto a su poder. Intentaban dominar a la nobleza de la época y parece que lo consiguieron». «Centrándonos en la actualidad —prosigue— lo primero que se puede observar en él es una ‘habitación’ o dependencia construida aprovechando un hueco de la peña, con un peldaño para descender al suelo. Tiene gruesas paredes de cal y canto y se cree que pudo servir tanto para contener agua como de lúgubre prisión. En 1985 aún tenía la marcación de madera de la puerta».

También echa la vista atrás y habla de los inicios del proyecto y la construcción de la presa: «Los primeros trabajos técnicos se iniciaron allá por 1928, con el gobierno de Primo de Rivera. A comienzos de 1930 se efectuaron sondeos dirigidos por Gonzalo H. Jáudenes y el 15 de febrero de 1936 se terminó de elaborar el proyecto. Redactó la memoria el ingeniero Luis de Llanos y Silvela. Efectuada la información pública reglamentaria con fecha del 6 de noviembre de 1939, se aprobó definitivamente el proyecto el 3 de febrero de 1941. El pantano se inició con un primer embalse hasta el puente de San Lorenzo en Miñera el 18 de enero de 1950, y el acto solemne de inauguración, con presencia del general Franco, se produjo en 1956».

Aunque se destruyeron muchos edificios, algunos de los pueblos más arriscados recibieron el agua casi incólumes, así como casi todos los templos, de ahí que en verano asomen muros y espadañas como mudos testigos de un naufragio que apenas tiene quien lo cuente.

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