Diario de León

Nostalgia hecha vino

Es el proyecto vitivinícola del año en el Bierzo, y no por sus dimensiones —es un asunto familiar— sino por la calidad de sus elaboraciones y la excelencia como objetivo... y como obsesión. De momento, la aclamación de la crítica especializada a sus primeros vinos es unánime..

La recuperación del viñedo viejo y la puesta en valor de cepas centenarias es unos de los objetivos prioritarios de Aníbal de Otero. EG/ADO

La recuperación del viñedo viejo y la puesta en valor de cepas centenarias es unos de los objetivos prioritarios de Aníbal de Otero. EG/ADO

Publicado por
B. Fernández
León

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Dice Elva García Amigo, la hija del desaparecido Aníbal, que hace vino «por nostalgia de la infancia entre cepas y por la ilusión de mantener la tradición vitícola familiar heredada de mi padre, para quien la viña lo fue casi todo en la vida». Sobre esas mismas viñas que araban su padre y su tío Alejandro guiando una pareja de bueyes construye Elva, con esa imagen en la retina, la ilusión de hacer el vino que hubiese despertado el orgullo de Aníbal, presente no sólo en la mención comercial de los dos mencías ya en el mercado, sino también en la manera de trabajar la viña e interpretar la actividad en la bodega... y esa obsesión por los cosas bien hechas.

«Yo no voy a vivir de esto. Lo hago por pasión no por dedicación», afirma quien en sólo un año se ha ganado el aplauso de la crítica y el reconocimiento del mercado. Y eso con una producción exigua. «Hacemos lo que dan las viñas... dos hectáreas, buena poda, bajos rendimientos...». Esas cepas centenarias, ubicadas en Los Fornos y otros parajes de referencia del envidiable viñedo de Otero de Toral, sólo regalaron 14.000 kilos de uva en la última vendimia, la que posibilitará la cuarta elaboración de la bodega. De la primera, en 2013, se vinificó un reserva a punto de agotarse en el mercado, ya con el 2014 listo para tomar el relevo. También lo hará el crianza de 2016 para sustituir al fabuloso 2015 que tantos paladares ha seducido. Se duplica la producción del primero y se reduce la del segundo porque las condiciones de la vendimia y las altas exigencias de calidad así lo imponen. También quien marca el criterio técnico en la bodega, el conocido enólogo y reconocido crítico vinícola Pepe Hidalgo. «Yo le proporciono la mejor uva y él hace el mejor vino», resume Elva. La aportación particular en cada faceta y labor conjunta en la promoción del vino ha permitido llevar los mencías de la hija de Aníbal, también con excelentes contactos en el sector, a los mercados internacionales más exigentes

—Singapur, Bangkok, Malasia y ahora Holanda y pronto Alemania— y cartas de restaurantes como alguno de Joël Robuchon, el chef con más estrellas Michelin, 33, de todo el mundo. Mercados, en fin, en los que la mención de viña vieja o cepa centenaria tienen todo el valor que se merecen.

La búsqueda de la excelencia es el camino a seguir, con un crecimiento pautado por la disponibilidad de más viñedo, recuperando viejas cepas y ampliando, y dos elaboraciones —un vino de villa y otro de paraje— en el marco de los nuevos criterios de zonificación que con mucho sentido posibilita el reglamento de la DO Bierzo.

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