Los jueces alertan de que la reforma causa desprotección a la víctima

Los jueces piden que en su parte final la ley «se refiera solo a la voluntad a secas» —excluyendo el adjetivo «expresa»—, para que esta se pueda manifestar —como se da a entender en el inicio de la frase— «de modo expreso o tácito».

La segunda gran objeción afecta a otro elemento clave: la fusión en una única categoría (agresión sexual) de las actuales dos gamas de delitos contra la libertad sexual, el abuso y la agresión (con violencia o intimidación). Entienden que «la indiferencia valorativa de los medios comisivos» que observan en la reforma choca con la necesaria proporcionalidad de la pena. Puede provocar «desprotección de la víctima». Al agresor le sería indiferente usar un medio más o menos lesivo. Propone solucionarlo creando «una modalidad agravada de agresión sexual» cuando concurran amenazas o violencia claras, «imponiendo la pena en su mitad superior». Pero también ven falta de previsión por el otro extremo. Creen que el texto no deja claro al juez con qué pena debe condenar los diferentes grados de agresión sexual, por lo que podrían castigarse «con gran severidad conductas que presentan un grado menor de lesividad» (las que ahora son abusos leves). Piden configurar un nuevo «precepto autónomo atenuado» que vincule la «menor entidad» a la ausencia de acto sexual, y que no sea aplicable cuando concurra «violencia, intimidación o abuso de superioridad, prevalimiento sobre personas que se hallan privadas de sentido, o cuando la víctima tenga anulada por cualquier causa su voluntad».