Diario de León

Sánchez se enfrenta con todos y todos contra él en el primer acto de la campaña

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paula de las heras | madrid

No habido que esperar mucho para hacerse una idea de por dónde irán los tiros en la próxima campaña electoral. Un día después de que el rey certificara en su última ronda de consultas con los partidos que no había mimbres para una investidura, la última sesión de control al Gobierno en el Congreso se convirtió en el preludio de lo que vendrá: Pedro Sánchez contra todos y todos contra Pedro Sánchez en un juego de culpas infinito.

En la mayoría de los partidos creen que eso, dirimir quién es el responsable de que España celebre el próximo 10 de noviembre sus cuartas elecciones generales en cuatro años, resultará clave para decantar el voto. En el PSOE también y, sin embargo, hay quien defiende, en el entorno del líder de los socialistas, que esa cuestión, aunque importante en un primer momento, acabará pasando a un segundo plano y que lo que primará será el deseo de normalidad y estabilidad.

Esa última idea explica el discurso de Sánchez el martes, en la comparecencia posterior a su audiencia con el jefe del Estado, y ayer en la Cámara baja. Por un lado, se lavó las manos y responsabilizó de la situación a PP, Ciudadanos y Podemos por no haber «asumido el resultado electoral». Y, por otro, argumentó que lo que él ha perseguido en todo momento es la moderación y poder formar un Ejecutivo estable. «Espero que el próximo 10 de noviembre los españoles nos den una mayoría más rotunda para que ustedes no tengan capacidad de bloqueo», llegó a decir.

El líder del PSOE, que obtuvo el pasado 28 de abril una sustancial ventaja respecto a su principal adversario, 57 escaños más que el PP, solo alcanzó en realidad los 123 diputados, muy lejos de la mayoría absoluta, situada en 176. Sin embargo, siempre ha considerado que puesto que no había mayoría alternativa, no existía justificación para no hacerlo presidente. Ayer, casi todos los grupos le echaron en cara esa actitud. El primero, el PP. «Pretendía ser proclamado presidente súbito como los santos», le reprochó Pablo Casado. «Ahora pretende ser investido por agotamiento electoral, lo cuál -remarcó- es una grave irresponsabilidad».

El líder de los populares hizo especial hincapié en que, en el mismo tiempo en el que ha sido imposible fraguar un acuerdo para el Gobierno, en España se han constituido miles de gobiernos en ayuntamientos y comunidades autónomas. Y también la diputada de la formación liderada por Pablo Iglesias, Ione Belarra, acusó a los socialistas de haber perdido el tiempo durante meses «sin negociar nada con nadie». «Mucha gente puede pensar que están donde querían, rumbo a unas elecciones porque sus gurús comunicativos dicen que arrancaran unos votos más o terminarán por ablandar a Rivera». «El Gobierno de coalición -le replicó la vicepresidenta, Carmen Calvo- lo rechazaron ustedes, solo ustedes, en concreto su líder».

Las críticas de Gabriel Rufián, que llegó a tildar de «negligente» o «incompetente» al líder socialista por no haber armado una mayoría de gobierno, también le sirvieron a Sánchez para colocar el que será otro de sus mensajes de campaña. A pesar de que el pasado julio se mostró dispuesto a formar un gobierno de coalición con Podemos que habría necesitado del apoyo tácito de los independentistas, en los últimos días ha vuelto a esgrimir que nunca ha querido un Ejecutivo que dependiera del secesionismo como una razón más de peso para explicar la repetición electoral. «Ayer le agradecí que hubiera estado dispuesto a facilitar con su abstención el Gobierno de España, pero no tenemos mucho más en común», dijo al portavoz de Esquerra. «Vamos a defender siempre el diálogo, la negociación y la convivencia, pero no se equivoque -advirtió- si se produce cualquier intento de violentar de nuevo la legalidad, el grupo socialista aplicará cualquier artículo de la Constitución para defender la soberanía nacional y la integridad territorial».

Con este último mensaje, el secretario general del PSOE busca cubrir el flanco por el que sabe que le seguirá atacando Ciudadanos. Ayer, de hecho, el partido de Rivera no tenía cuota para preguntar ni a Sánchez ni a la vicepresidenta pero Inés Arrimadas aprovechó para inquirir al ministro de Agricultura, Luis Planas, que en mayo asumió también las competencias de Política Territorial en lugar de Meritxell Batet, para acusar al Ejecutivo de inacción. «Se violan cada día los derechos de millones de ciudadanos y no hacen nada más que proteger a los nacionalistas», recriminó.

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