Diario de León

Sánchez garantiza «estabilidad» en plena quiebra del bloque de investidura

El presidente habla de llevar la legislatura hasta 2024 mientras Yolanda Díaz se afana en evitar que Cs aparezca como avalista

Pedro Sánchez ayer en Dubai, de viaje oficial, con el ministro Sheikh Nahyan bin Mubarak Al Nahyan. ALI HAIDER

Pedro Sánchez ayer en Dubai, de viaje oficial, con el ministro Sheikh Nahyan bin Mubarak Al Nahyan. ALI HAIDER

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Las dos almas del Gobierno aseguran que en las últimas semanas han trabajado de forma «perfectamente coordinada» para amarrar el mayor número de apoyos posibles al decreto de la reforma laboral que se debate hoy, a partir de las 9 de la mañana, en el Congreso de los Diputados. Pero la actitud de unos y otros ayer, a menos de 24 horas para decidir sobre la derogación o convalidación de la norma, era a todas luces diferente.

Pedro Sánchez, de viaje en Emiratos Arabes, compareció ante la prensa relajado y sonriente. Yolanda Díaz se mostró en el Congreso inquieta y ajetreada. Sobre el papel, nada estaba aún del todo atado cuando el jefe del Ejecutivo respondió con rotundidad a las preguntas sobre cómo afronta la legislatura después de una votación en la que podría frustrarse un proyecto clave para seguir recibiendo fondos europeos y en la que, en todo caso, salvo sorpresa de última hora, se romperá el bloque de la investidura.

«La estabilidad política —replicó— está garantizada». Sánchez incluso insistió en que mantiene vivo su objetivo de «culminar la legislatura una vez termine la presidencia de turno de la UE» que corresponde a España en el último semestre de 2023.

Lo cierto es que a expensas de que UPN confirme su voto, las cuentas les salen a los socialistas para una convalidación por la mínima gracias a Ciudadanos y otros partidos de menor tamaño como Más País, Compromís, Coalición Canaria, Nueva Canarias y Teruel Existe. El PDeCAT acabó anunciado su apoyo a la convalidación a última hora de la tarde. Los foralistas navarros prefirieron guardar el sentido de su voto hasta el final pero en los últimos días han lanzado señales de que no harán descarrilar la reforma.

En el interés del Gobierno estaría exhibir una mayoría más amplia que la cada vez más plausible de 174 diputados frente a 173 y, a lo largo de la tarde de ayer, se mantuvieron todavía las conversaciones para sacar tanto al PNV como a ERC de su rocoso ‘no’ al decreto ley que recoge el acuerdo suscrito por el Ejecutivo con sindicatos y empresarios el pasado 23 de diciembre.

Desde Dubai, Sánchez tiró incluso de lo ocurrido el domingo en las elecciones de Portugal, en las que los conservadores se hundieron y el socialista António Costa se alzó con la mayoría absoluta después de gobernar desde 2015 apoyado en los partidos a su izquierda. «Compartiría una de las lecciones que nos dejan estos comicios —adujo con toda intención— aquellos partidos que no han contribuido a la estabilidad y han bloqueado la aprobación de los Presupuestos han salido perjudicados».

Pero lo que los socialistas asumen como un tropezón superable e incluso como una oportunidad para ampliar su campo de juego con una geometría variable, es para Unidas Podemos y Yolanda Díaz un fracaso sustancial en su estrategia de construir una «dirección de Estado» con las fuerzas independentistas.

El martes EH-Bildu y ayer Esquerra rebatieron el argumento de los morados de que sacar la reforma con Ciudadanos como principal avalista cambiará de forma radical la dinámica parlamentaria. Ambos partidos admitieron que, pese a su malestar con el Ejecutivo, también les va mucho en que la legislatura pueda agotarse, dada la alternativa.

Pero sin su voto, y con su radical oposición al proyecto sobre el que aspiraba a construir su plataforma electoral, la imagen de la vicepresidenta segunda quedará muy tocada. La también ministra de Trabajo aún se negaba ayer a dar nada por perdido. «Este Gobierno nunca se levanta de una mesa. Hemos planteado propuestas que no han sido respondidas. Hay tiempo. Estamos negociando pero quedan 24 horas», dijo, escueta, en los pasillos de la Cámara baja tras la sesión de control al Gobierno.

Antes, desde la tribuna, había esgrimido otro argumento para mover a sus aliados habituales, fundamentalmente a ERC. Alegó que, según los datos del paro registrado de enero, la reforma ya está desplegando sus efectos y que, pese a que el decreto recogía una ‘vacatio’ de tres a seis meses para que las empresas se adapten a los cambios, la temporalidad ya se ha visto reducida.

El 15% de los contratos firmados el mes pasado fueron, de acuerdo con las cifras oficiales, indefinidos frente al 9,1% de media de los diez años previos. La información, sin embargo, no pareció inmutar ni a los republicanos ni a EH-Bildu, al que, por otro lado, el Ejecutivo hace tiempo que daba por perdido.

Los socios del Ejecutivo reprochan al Gobierno que se haya negado a negociar y a tramitar como proyecto de ley su real decreto por temor a que los empresarios se descuelguen del acuerdo y ni siquiera la presión de los sindicatos, que también se han fajado para lograr el apoyo de las fuerzas progresistas del Parlamento, han servido para que reconsideren su posición.

«La posición inexplicable —dijo el portavoz republicano, Gabriel Rufián, metiendo el dedo en el ojo a Unidas Podemos— es la de quienes juraron y perjuraron que iban a derogar la reforma laboral del PP y presentan una reforma que solo le gusta a Ciudadanos».

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